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Actualizado: 17 de julio de 2025


La habitación, con sus tubos acústicos y sus vibraciones de teléfonos, era semejante al puente de un navío en el momento del zafarrancho. ¡El estrépito que iba á producirse!... Transcurrieron algunos segundos, que fueron larguísimos... De pronto, un trueno lejano que parecía venir de las nubes. Desnoyers ya no sintió la vibración nerviosa junto á su pierna.

Ocupando uno de estos asientos se abarcaba con los ojos toda la llanura. En las paredes había aparatos eléctricos, cuadros de distribución, bocinas acústicas y teléfonos, muchos teléfonos. El comandante apartó y amontonó los papeles, ofreciendo los taburetes con el mismo ademán que si estuviese en un salón. Aquí, señor senador. Desnoyers, compañero humilde, tomó asiento á su lado.

La avalancha de dolor se esparció por el castillo. A las pocas horas, todo él estaba ocupado; no había un lecho libre; las últimas camillas quedaron á la sombra de los árboles. Funcionaban los teléfonos incesantemente; los operadores, puestos de mandil, iban de un lado á otro, trabajando con rapidez; la vida humana era sometida á los procedimientos salvadores con rudeza y celeridad.

El interés de los particulares, la iniciativa y los bríos de asociaciones libres procurarán hacer y conservar caminos y canales, llevar las cartas, cuidar de telégrafos, de teléfonos y de cuanto más tarde se invente, y fundar y sostener escuelas donde cada cual enseñe lo que más verdadero, útil ó bonito le parezca.

En algunos puntos, al encontrarse las vías, se tendían unas sobre terraplenes y otras pasaban por debajo, al través de pequeños túneles. El espacio estaba cruzado por los hilos del alumbrado y los teléfonos, y los cables de los tranvías aéreos. Entre esta red de acero alzábanse numerosos postes, con sus faros eléctricos semejantes á lunas apagadas.

Los automóviles llegaban y partían con mayor rapidez; se notaba desorden y azoramiento en el personal. Sonaban los teléfonos con una precipitación loca; los heridos parecían más desalentados. El día anterior los había que cantaban al bajar de los vehículos, engañando su dolor con risas y bravatas. Hablaban de la victoria próxima, lamentando no presenciar la entrada en París.

Palabra del Dia

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