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Actualizado: 3 de mayo de 2025
En seguida, según estaba anunciado, la procesión subiría a iglesia del Carmen, edificada sobre un cerro, que domina dicha plaza, y donde se ven y persisten aún sus ruinas, después del terremoto horrible que la destruyó en 1755.
La poesía triste de la noche, con su silencio rasgado a trechos por alaridos de dolor, inundaba su alma. Si; Alcaparrón sentiría cerca de él a su amada muerta. Algo de ella subiría hasta su rostro como un perfume, cuando arañase la tierra con el azadón y el surco nuevo enviase a su olfato la frescura del suelo removido.
Es cierto que no he dejado en él señal ninguna porque creí que no subiría nadie, pero estas señoras son testigos de que he venido ocupándolo desde Valladolid. Las señoras corroboraron el aserto con un murmullo y una inclinación de cabeza.
Los primeros trenes de la mañana habían trasladado á Bilbao mayores cargamentos humanos, viendo su llegada con cierta alarma las gentes de la villa. No todos iban al mitin. Descendían también de los vagones aldeanos con gruesos garrotes, escoltando á los curas de su anteiglesia. Estos grupos rurales llegaban para la gran romería que subiría por la tarde al santuario de Begoña.
Yo no tengo ambición política.... Si milito en un partido es por servir a mi país, pero la política me es antipática... tanta farsa... tanta mentira.... Efectivamente, en los Estados Unidos sólo son políticos los perdidos... pero en España... es otra cosa... un hombre como usted.... Subiría mi don Álvaro como la espuma.
Sin embargo, consintió en organizar las caballerizas de madama Scott, con la expresa condición de tener entera libertad para la adquisición de caballos, de no usar librea, de elegir a su gusto los cocheros, grooms y palafreneros; de no tener nunca menos de quince caballos disponibles, de que no harían ningún trato con el carruajero ni el talabartero sin su intervención, y que sólo subiría al pescante por la mañana, en traje particular, para dar lecciones a las señoras o los niños, si fuera necesario.
Cuando salí de casa recibí la desagradable sorpresa de ver que estaba lloviendo. Había dejado al sol pavoneándose en el azul del cielo, envolviendo a la ciudad en una esplendorosa caricia de padre... ¡Quién había de sospechar!... En un instante desgarraron mi alma muchedumbre de ideas extrañas; la duda se alojó en mi espíritu atormentado. ¿Subiría por el paraguas?
Palabra del Dia
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