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Actualizado: 9 de julio de 2025


Había llegado a ser el sisar y el reunir como cosa instintiva, y los actos de este linaje se diferenciaban poco de las rapiñas y escondrijos de la urraca. En aquella tercera época, del 80 al 85, sisaba como antes, aunque guardando medida proporcional con los mezquinos haberes de Doña Francisca. Sucediéronse en aquellos días grandes desventuras y calamidades.

Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, como él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio.

Apoderarse del caudal del prójimo, es un robo; sisar del tesoro público, no lo es. El que cae en aquel pecado, pierde la estimación y la libertad; el que mete mano en las arcas fiscales, gana posición y renombre.

Al año de servir al canónigo Camoirán se vanagloriaba de haberle salvado varias veces de la bancarrota: sin ella hubiera tirado la casa por la ventana: todo hubiera sido de los pobres y de los tunantes y holgazanes que le saqueaban con la ganzúa de la caridad. Paula puso en orden todo aquello. Camoirán se lo agradeció y siguió dando limosna a hurtadillas, pero poca; lo que podía sisar al ama.

Y yo no me enfadé, y volví, y todos los días le traía algo á la Silvia. Como usted era el que iba á la compra, no le podíamos sisar, y la infeliz no tenía una triste chambra que ponerse. Era una mártira, D. Francisco, una mártira; ¡y usted guardando el dinero y dándolo á peseta por duro al mes! Y mientre tanto, no comían más que mojama cruda con pan seco y ensalada.

Tengo en mis manos la voluntad del gobierno, continuó Simoun; he empeñado y gastado sus pocas fuerzas y recursos en tontas espediciones, deslumbrándole con las ganancias que podía sisar; sus cabezas están ahora en el teatro tranquilas y distraidas pensando en una noche de placeres, pero ninguna volverá á reposar sobre la almohada... Tengo regimientos y hombres á mi disposicion, á unos les he hecho creer que la revolucion la ordena el General, á otros que la hacen los frailes; á algunos les he comprado con promesas, con empleos, con dinero; muchos, muchísimos obran por venganza, porque están oprimidos y porque se ven en el caso de morir ó matar... ¡Cabesang Tales está abajo y me ha acompañado hasta aquí!

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