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Otros hubo que dijeron: "Esta vieja, sin duda, debe de ser bruja, y debe de estar untada; que entre los que la conocemos, más fama tiene de bruja que de santa."

Una santa... y no le hacen caso ninguno. La segunda, idéntica a su madre: le preguntaron un día con quién se había de casar, y dijo: «Con el tío Isidoro, que es rico». ¡El hermano de su padre, aquel viejo gordo, que parece una tinaja!

La montonera ha desaparecido con la despoblación de La Rioja, San Luis, Santa Fe y Entre Ríos, sus focos antiguos, y hoy los gauchos de las tres primeras corretean los llanos y la Pampa en sostén de los enemigos de Rosas. ¿Aborrece Rosas a los extranjeros?

En efecto, el ruido no se hizo esperar: un gentío inmenso ocupaba la vecina plazuela de Santa Ana, y hasta la tranquila mansión de doña Leoncia llegó el rumor de las voces. La criada, que venía de comprar, entró dando gritos de terror y diciendo que había sentido unos grandes cañonazos. A los gritos de la gallega despertaron los tres amigos y Lázaro. ¿Qué hay? dijo Javier. ¿Qué algazara es esa?

Temerosos de estos desmanes muchos se cristianaron, i principalmente despues de la célebre disputa de los Rabinos españoles con Gerónimo de Santa Fe en presencia del Anti-Papa Pedro de Luna.

Pero abriendo aquella ventana que tenía vistas al cielo, ya no había que temer». La Regenta habló de Santa Teresa con entusiasmo de idólatra; el Magistral aprobaba su admiración, pero con menos calor que empleaba al hablar de ellos, de su amistad, y de la piedad acendrada que veía ahora en Anita. Don Fermín tenía celos de la Santa de Ávila.

La Gaceta de Buenos Aires publicaba después una carta de Cullen a Rosas, en que había indicios claros de la complicación del gobierno de Santa Fe en el asesinato de Quiroga, y como el finado López, decía la Gaceta, tenía plena confianza en su secretario, ignoraba el atroz crimen que éste estaba preparando.

Dió después Martín la vuelta al prado de Santa Ana, hasta detenerse prudentemente a quince o veinte metros de la entrada del circo. Al ver a Linda le dijo: ¿Quieres venir? No puedo. Pues ahora te traeré las cerezas.

Y algo más expresó; pero las palabras volvieron a ser ininteligibles, y en la cara le quedó una expresión de dicha inefable y reposada. La santa estuvo un instante sin saber qué actitud tomar. «¡Ángel!... dijo al fin ; lo será, si se purifica bien. Amiga querida, es preciso prepararse con formalidad.

Con los sucesos pasados se entibia algo la santa fe: muere el P. Antonio Fideli y se habla largamente de los trabajos de los Misioneros.