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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Stein se veía, pues, enteramente libre y árbitro de su suerte. Habíase dedicado a la educación de la niña enferma, que le debía la vida, y aunque cultivaba un suelo ingrato y estéril, había conseguido a fuerza de paciencia hacer germinar en él los rudimentos de la primera enseñanza.
Verdad es que en la esperimentacion pura no se puede obtener mas que los rudimentos de la accion de los medicamentos sobre los tejidos, pero lo mismo sucede con el agárico, y sus síntomas no pueden tener la misma significacion que los de otros medicamentos de accion electiva sobre la piel.
Aprendió los primeros rudimentos de la Gramática en nuestro Colegio de San Ambrosio en Valladolid, donde con el trato de los nuestros se aficionó á la Compañía y pidió con instancias ser admitido en ella; y hechos los exámenes y pruebas acostumbradas, pasó al noviciado de Villagarcía, grande y religioso Seminario de Varones Apostólicos en ambos mundos.
Este mismo ardor lo sentía Margarita al salir de sus lecciones. Avanzaba de asombro en asombro, saludando como grandes maravillas científicas los primeros rudimentos de la cirugía. Se admiraba á sí misma por la avidez con que iba apoderándose de estos misterios, nunca sospechados hasta entonces.
Allí aprendió a escribir con bonita letra, a hablar bastante bien en francés y rudimentos incompletos de muchas cosas: de coser poco, de bordar algo y de rezar mucho.
Fué el P. Juan Bautista de Zea, natural de Goaze, lugar de Castilla la Vieja, en donde nació á 18 de Marzo de 1654. Aquí aprendió los primeros rudimentos de la gramática, aunque por la calidad del lugar y de los maestros, aprovechó más en la devoción que en las letras, creciendo no menos en la virtud que en los años.
Esta asociación accidental de todos los días viene por su repetición a formar una sociedad más estrecha que la de donde partió cada individuo, y en esta asamblea sin objeto público, sin interés social, empiezan a echarse los rudimentos de las reputaciones que más tarde, y andando los años, van a aparecer en la escena política.
Era, como después veremos, varón de celo ardientísimo y de natural sobre manera ardiente; con todo eso, á una leve insinuación de sus superiores, desde las Misiones de los Guaranís, donde trabajaba en grandes obras del servicio de Dios y provecho de las almas, se redujo, sin la menor propuesta, á las angustias de un aposento en un colegio, con el empleo de enseñar á los niños los primeros rudimentos de la gramática.
Pero ¿de que servían los rudimentos de esta ciencia madre a las preciosas Josefa y Rosita, si no les cabía en la cabeza que ellas careciesen de cosas que la hija del duque de Tal poseía en abundancia?
Ramiro no había tenido hasta entonces otros maestros que la misma doña Guiomar para las primeras letras, y, más tarde, para los rudimentos de la gramática latina, un religioso franciscano del convento de San Antonio.
Palabra del Dia
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