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Bien lo comprenderá cuando le pasen las tristezas, que ojalá sea pronto. Ahora no tiene la cabeza despejada. Y no vacilo en decirlo agregó alzando la voz, como si se incomodara . Le ha caído a usted la lotería, y no así un premio cualquiera, sino el gordo de Navidad». Quiero ser honrada repitió Fortunata sin mirarle, como los niños mimosos que insisten en decir la cosa fea por que les reprenden.

El chico salió corriendo y volvió triunfante con una ratonera, donde estaba presa una lauchita... Mirela, niña, qué preciosa... ¡Uf, da asco! ¿Qué vas a hacer con eso? Mi mama la va a matar... Yo quería que V. la viera antes. ¡No, que no la mate! ¡Suéltala, suéltala, pobre lauchita!... ¡Si te reprenden, di que yo te lo he mandado, Ramón!...

Entonces se oye gruñir, en el interior de la casa la voz profunda de Martín, que dice paternalmente, en tono de reproche: No hagas tonterías, Gertrudis; déjalo dormir. ¡Pero si no duerme! responde ella en el tono enfurruñado del niño a quien reprenden. Después la ventana se cierra y las voces se apagan.

También los catequistas alegres, graciosos, vivarachos, van y vienen, reprenden a las educandas con palabras de miel y sonrisas paternales, y se meten entre banco y banco mezclando lo negro de sus manteos redundantes con las faldas cortas de colores vivos, y el blanco de nieve de las medias que ciñen pantorrillas de mujer a las que el traje largo no dio todavía patente de tales.

24 El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones; 25 mas los que lo reprenden, serán agradables, y sobre ellos vendrá bendición de bien. 26 Besados serán los labios del que responde palabras rectas. 27 Prepara tus labores de afuera, y disponlas en tu heredad; y después edificarás tu casa.

Una hermosura nueva la revestía, maravillosamente, y bajo las sombras de sus pestañas brillaba la piedad. De pronto, con el gesto de una criatura a quien reprenden, se cubrió con los brazos la cara y salió, precipitadamente. Charito se sentó al lado de Muñoz, descorazonada. Un minuto después, en el penoso silencio, se oyeron gemidos ahogados que venían del saloncito contiguo.