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Actualizado: 12 de julio de 2025
Infirió Babuco que no podia durar semejante sociedad; que todas las casas habian de estar asoladas por zelos, venganzas y rencillas; que sin cesar habian de verterse lágrimas y sangre; que infaliblemente habian de matar los maridos á los cortejos de sus mugeres, ó de ser muertos por ellos; finalmente que hacia Ituriel muy bien en destruir de una vez un pueblo abandonado á horrendos desórdenes.
El convento es un nido de zelos, de rencillas y de desesperacion. Verdad es que por algunas malas misiones de quaresma que he predicado, me han dado algunos quartos, que la mitad me ha robado el guardian: lo restante me sirve para mantener mozas; pero quando por la noche entro en mi celda, me dan impulsos de romperme la cabeza contra las paredes, y lo mismo sucede á todos los demas religiosos.
Unos, porque absolutamente no conocen la localidad; otros, porque alientan ideas rutinarias ó quizás lo que es peor, por querer vengar rencillas y miserias, y los más, porque toda su experiencia y saber se reduce á haber ido cuarenta días en un camarote, instalarse en Manila, cobrar una nómina conociendo al habilitado, aunque no siempre al jefe, extender sus correrías por el país á la Calzada, los fosos de Santa Lucía, el campo de Bagumbayang y lo más lo más llegar á las aguas de Malinta, ó á las provistas despensas de los frailes de Imus; y con semejante extensión de tierra y el solo hecho de haber desembarcado en Manila y vivido unos cuantos meses ó años dentro de su murado recinto, arreglan el país y escriben furibundos artículos que no tienen de Filipinas más que las gotas de sudor que caen de la frente á la cuartilla.
Nunca fue Miranda un militar afortunado; debilitadas sus facultades por los años, amargado por rencillas internas, su papel como general en esta lucha es deplorable, y vencido, abandonado, cae prisionero de los españoles, que lo encierran en Puerto Cabello, de donde se le saca para ser trasladado a España, entregado por Bolívar.
18 el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, 19 el testigo falso que habla mentiras, y el que enciende rencillas entre los hermanos. 20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre; 21 átala siempre en tu corazón, enlázala a tu cuello.
Las ideas no entran en juego, sino solamente las personas, y en el terreno más mezquino: rencores, odios, rencillas, lucro miserable, vanidad microbiológica. Un combate naval en una charca.
Dímosla al otro teatro, mas allí contestaron que ellos no eran menos que los del otro coliseo, y que no tomaban sobras: a fuerza, sin embargo, de emplear más empeños que para lograr una prebenda, se consiguió una orden a rajatabla de los señores que estaban a la cabeza del teatro; pero ya era tema: una actriz, sobre si la habían dado el papel de segunda siendo ella la primera, se puso mala la víspera; otro actor, también por etiquetas y rencillas, armó una intriga de todos los diablos: se pagó gente para el efecto, y si una noche se representó, una noche se silbó...
Las rencillas locales son ínfimas miserias que enferman y esterilizan el espíritu de aquel que de ellas se ocupa; hay algo más arriba, es el porvenir, es la suerte de nuestros hijos, es el honor de nuestra raza. Al trabajo, pues; el tiempo vuela y a su amparo las transformaciones se operan como si la mano de Dios las produjera. Septiembre, 1883. De Buenos Aires a Burdeos. De nuevo en el mar.
Palabra del Dia
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