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Actualizado: 4 de junio de 2025


Pero lo que no hizo en su ánimo la idea patriótica de contribuir al renacimiento del espíritu nacional, mediante el movimiento industrial bien dirigido, lo hicieron los ojos, y más eficazmente las carnes de Marta, que poseían una virtud magnética sobre los sentidos de Nepomuceno.

Se enamoró de una belleza misteriosa, a la que no dijo nunca nada de su cariño; pero un día que la Casualidad, la providencia de los poetas, le envió un montón de oro, se fué a casa de un mueblista y compró un amplio lecho Renacimiento, con bellas esculturas, entre las que se veía la salamandra de Francisco I. Pero no se había ocupado de alquilar un cuarto, y la magnífica cama fué a parar a casa de Gautier... donde inútilmente esperó a que reposase en ella el cuerpo de la bella desconocida.

Lo que he dicho sobre los rasgos generales de Valladolid indica bien la naturaleza de sus monumentos, pertenecientes casi todos al estilo gótico, y los mas notables al florido ó de transición del siglo XV, precursor del Renacimiento. No pude visitar el interior, porque en España es muy raro hallar abiertas las puertas de los templos en horas que no son las de oficios religiosos.

Estas obras, de estilo del Renacimiento español, que Ponz llama plateresco, son anteriores al célebre palacio de Ecouen, que construyó para el condestable de Montmorency el arquitecto francés Juan Bullant, primero que en su pais practicó para la arquitectura civil el estilo italiano por los años de 1540.

Es así mismo múy digno de notarse, pertenece por su estilo á lo mejor del renacimiento de las artes, cuando en el resto de España no habia en su tiempo sino muy pocos edificios de aquel géneroPara hacer ostensible, aunque en miniatura, esta obra tan preciosa encerrada ahora en el recinto de un cuartel, se acompaña la estampa que lleva el número 4.º

Un gran renovador de la humanidad, un poderoso artista de la historia, eso es lo que vimos ayer en Versalles; ese es Horacio Vernet. Para el pintor del Asia, la pintura era un ídolo. Para el pintor de Grecia, una Vénus, un héroe, unas bodas. Para el pintor de Esparta, un guerrero. Para el pintor feudal, un señor ó un fraile. Para el pintor del renacimiento, un rey ó un santo.

Al finalizar el invierno, pequeñas flores levantan la tapa de nieve y se nos presentan modestas y tímidas, como la dulce promesa de un próximo renacimiento.

Esta primera sillería a ras de tierra, donde se sentaban los clérigos de categoría más ínfima, era anterior en medio siglo a la sillería alta; pero en estos cincuenta años dio el arte el gran salto desde el gótico rígido y duro a las suavidades y el buen gusto del Renacimiento.

Laudable es, en este sentido, el fecundo renacimiento en Europa de ciencias, artes y letras. Laudable es la activa curiosidad de nuestros navegantes que atraviesan nunca surcados mares y penetran en las más apartadas e incógnitas regiones.

Vuestra energía viril tendrá con ello un estímulo más poderoso; puesto que hay la virtualidad de un interés dramático mayor, en el desempeño de ese papel, activo esencialmente, de renovación y de conquista, propio para acrisolar las fuerzas de una generación heroicamente dotada, que en la serena y olímpica actitud que suelen las edades de oro del espíritu imponer a los oficiantes solemnes de su gloria. «No es la posesión de los bienes ha dicho profundamente Taine, hablando de las alegrías del Renacimiento ; no es la posesión de bienes, sino su adquisición, lo que da a los hombres el placer y el sentimiento de su fuerza».

Palabra del Dia

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