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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Mientras D. Pedro tosía y sacaba el infinito pañuelo encarnado y azul para limpiarse boca y narices, reinó solemne silencio en la sala y todos me miraban con afanosa curiosidad.
Lástima grande causa ver á un tan poderoso reino, afligido por la mayor pobreza en tiempos del infeliz monarca Enrique IV i reducido al estremo de trocar los hombres sus mercaderías por vilisimos precios.
Nosotros os hemos dividido y os dividiremos: devolveremos Alsacia y Lorena a Alemania; Bretaña y Normandía, a los hombres del Norte; Flandes y el Mediodía, a España. Haremos de Francia un pequeño reino alrededor de París..., un reino muy pequeño, con un descendiente de la vieja raza por jefe..., y vosotros no os moveréis..., estaréis muy tranquilos... ¡Je, je, je! Yégof comenzó a reír.
A la vez que se quitaba los guantes, y cual pudiera hacerlo un rey generoso, felicitó a Ramiro, relacionando su acción con las grandes cosas que hicieron los Aguilas, los Hoces, los Arias, los Alcántaras, en servicio de Dios y del reino; y, de tiempo en tiempo, mesándose el encrespado copete, dirigía hacia la madre una mirada sospechosa y fugaz.
El jardín del norte está plantado de olivos, de azufaifos y de nísperos del Japón. El otro es un enorme bosque de naranjos, de higueras, de limoneros, de áloes, de chumberas y de parras gigantescas que lo invaden todo, que trepan a todos los árboles y se encaraman en lo más alto. El señor de Villanera decía ayer que la vid es la cabra del reino vegetal.
Algunos de los cuales acudian Al reino del Perú y sus poblados: Con ellos muchos indios se metian En Vilcabamba, siendo maltratados De aquellos españoles que servian: Que muchos suelen ser desatinados De tal suerte en mandarles lo que quieren, Que hacen que los indios desesperen.
Reinó silencio embarazoso en la tertulia, echándose bien de ver la triste impresión que en todos había causado la breve pero significativa reyerta.
Así acaso podrías tú más tarde, con habilidad y prudencia, convertir a la religión cristiana a los que fuesen súbditos tuyos y crear el reino del Preste Juan, que tal vez no existió nunca sino en la fantasía de los europeos, o renovarle con mayor esplendor y gloria, dado que existiese en el centro del Asia antes de que Temugin le destruyera, como sienten algunos autores.
Se puso el sombrero, que se le había caído, bebió una caña de manzanilla, y acto continuo se despidió, sonriendo, de sus amigos: A la paz de Dios, señores. De aquí a luego. Así que salió reinó un silencio embarazoso. Los semblantes expresaban mal humor e inquietud, incluso el del conde, quien me dirigió una mirada fría de curiosidad donde creí advertir también cierta conmiseración burlona.
El desgraciado Felipe IV, tan miope para los errores de su política como perspicaz para el decaimiento de la fé religiosa, atribuyendo sus reveses á la falta de devocion hácia el Arcángel S. Miguel, deseaba que se le hiciesen demostraciones públicas de afectuoso culto, y que se le admitiese por patrono del reino.
Palabra del Dia
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