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Actualizado: 24 de junio de 2025


De antiguo cuidaron las autoridades de la ciudad del buen orden y gobierno de estos baños del Guadalquivir, dando multitud de providencias, bandos y edictos para evitar abusos, y así en los escritos publicados por el cabildo se hacía constar que: «Aunque no es de esperar que la gente de juicio falte á unas reglas que aspiran á su propia seguridad y á que se observe el mejor orden de honestidad y decencia... como hay personas que por satisfacer sus caprichos, sus vicios ó diversiones no perdonan medio alguno, aunque sea peligroso para conseguirlo, se castigará á éstas por la más ligera contravención

La caña hizo su aparición, llevando la alegría a todos los corazones, y los guitarreros, después de tocar un triste, en que palpitaban todos los anhelos de un alma enamorada, comenzaron a puntear un pericón con todas las reglas del arte. Salieron las parejas al centro, elegidas con cuidado por el bastonero, entre los mozos y mozas de más fama.

Sin querer en manera alguna deducir reglas generales en favor ó en contra de ningúna religion, puedo afirmar que sin excepcion ninguna notable, he observado en todas las ciudades de Suiza un contraste evidente respecto del mercenarismo, el desaseo, la situacion de los establecimientos públicos y las costumbres é instruccion de las masas populares.

Pero como en muchos casos, á mas del testimonio, tenemos algunos datos para conjeturar sobre la probabilidad de lo que se nos cuenta, es necesario hacerlos entrar en combinacion, para decidirnos con ménos peligro de errar. Por lo comun, hay muchas cosas á que atender, en lo cual enseñarán mas los ejemplos que las reglas.

Las reglas más absurdas de gobierno fueron impotentes para contrarrestar por completo el impulso de tiempos anteriores, y para impedir que maduraran los frutos, cuyos gérmenes se habían sembrado bajo mejores sistemas políticos.

Preceptos más sensatos acerca de la composición y del estilo del drama, expone á un poeta cómico Bartolomé de Argensola, hermano de Lupercio Leonardo, á quien ya conocemos; pero sus reglas son, en parte, de esa naturaleza profunda que nos enseña que un cuerpo humano no puede tener cabeza de caballo.

Estos naturales se han manifestado siempre dispuestos á servir á los Españoles y Portugueses, sin jamas tomar parte en los disturbios de entrámbas naciones. Es muy estraño ciertamente que hallándose dispuestos á someterse sin resistencia á las reglas de conducta que se les quiera imponer, permanezcan hasta el presente en el mismo estado que en tiempos anteriores.

BENITO. ¡Ea, sobrino! ... #Pero diga, señor autor, si esa Herodías# es judía, ¿cómo vee estas maravillas? CHANFALLA. Todas las reglas tienen excepción, señor Alcalde. FURRIER. ¿Quién es aquí el señor Gobernador? GOBERNADOR. Yo soy: ¿qué manda vuesa merced?

En primer lugar, confieso que estas reglas contribuyen á dar al entendimiento cierta precision que puede servir en algunos casos para concebir con mas claridad, y atender á los vicios que entrañe un discurso: bien que á veces esta ventaja quedará neutralizada con los inconvenientes acarreados por la presuncion de que se sabe raciocinar, porque no se ignoran las reglas del raciocinio.

Pepeta, insensible á este despertar que presenciaba diariamente, seguía su marcha, cada vez con más prisa, el estómago vacío, las piernas doloridas y las ropas interiores impregnadas de un sudor de debilidad propio de su sangre blanca y pobre, que á lo mejor se escapaba durante semanas enteras, contraviniendo las reglas de la naturaleza.

Palabra del Dia

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