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Actualizado: 23 de junio de 2025
Pero lo que arrastra mis ojos y los detienen, son aquellas deliciosas cabezas de mujeres; no hablo aún de los rostros, que pueden ser bellos e irregulares. Me refiero a la cabeza, levantándose, suelta, desprendida, el pelo partido al medio, cayendo en dos hondas tupidas que se recogen sobre la nuca, jamás lisa, como en aquellos largos pescuezos de las vírgenes alemanas.
Me refiero al Osario, depósito de calaveras mas ó ménos históricas que, segun me dijeron, pasan de 1,500, todas rotuladas con los nombres de los que fueron sus propietarios, lo que no deja de prestarse á curiosos comentarios y la Casa-del-tiro, institucion esencialmente suiza, porque caracteriza á ese pueblo de ciudadanos libres, todos soldados y prontos á defender la patria en cualquier momento de alarma ó de peligro.
Como todo tiene su término, también lo tuvo en la mañana á que me refiero la admiración de que estábamos poseídos, esparciéndose unos por aquí, y otros por allá, buscando los más la sombra de un rústico camarín levantado en uno de los bordes más altos de la roca.
Salimos al fin frente por frente del Colegio de la Compañía, y ya nos disponíamos á estudiar la enorme y suntuosa fachada de su iglesia, cuando reparamos que en la acera opuesta se alzaba una de las maravillas arquitectónicas más célebres de Salamanca; uno de los monumentos que íbamos buscando ex-profeso en aquel viaje; uno de los palacios más bellos y singulares que nos ha legado el siglo XV. Me refiero á la Casa de las Conchas.
Si esos rasgos hacen honor al carácter y la moralidad de los Suizos, hay otros dos, uno positivo y otro negativo, no ménos generales y estimables: me refiero á los hábitos hospitalarios y la ausencia de mendigos. Todo el mundo sabe que la Suiza, como país libre, neutral y central en Europa, es clásico en materia de hospitalidad.
Como quiera que fuese este juicio sobre lo pasado que no se concordaba muy bien con la vida presente, en la época a que me refiero por lo menos había llegado a un punto tal de negación de sí mismo y de oscuridad, que parecían darle la razón más completa. Así, pues, no hago más que tomarle por su palabra, al tratarle casi como a un desconocido.
Me refiero á nuestro Administrador, al bizarro y antiguo general Miller quien, después de sus brillantes servicios militares y de haber gobernado por algún tiempo uno de los incultos territorios del Oeste, había venido, hacía veinte años, á pasar en Salem el resto de su honorable y agitada vida.
En la clase de que voy hablando, la sencillez es la condicion característica de todos los actos, exentos de los vicios de ciertas aristocracias, y de la vulgaridad, la envidia y la ligereza superficial de ciertas muchedumbres. El calembour maligno, ó indecoroso, ó insustancial cuando ménos, no tiene cabida en la conversacion realmente espiritual y amable de la sociedad á que me refiero.
Yo soy un objeto del sentido interno, y el tiempo no es mas que la forma del mismo sentido; por lo cual refiero todas mis determinaciones sucesivas, y cada una de ellas en particular, al mismo numéricamente idéntico, en todo tiempo, es decir en la forma de la intuicion interna de mí mismo.
Palabra del Dia
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