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Actualizado: 31 de octubre de 2025


El Padre Cipriano Baracé emprendió, en el mismo año, un viage por las llanuras del este y del sudeste hasta una distancia de sesenta leguas, llegando á visitar á los Guarayos que hablan el idioma guaraní , y á los Tapacuras y pacíficos Baures; mas no pudo hacer otro tanto con los Yaguehuares, nacion de un carácter feroz.

Eran aves de paso que detrás de su invernaje no dejaban otra huella que la del recuerdo. Ni siquiera pudo saber Jaime con certeza qué habitación había sido la suya. Las reformas realizadas en el convento habían borrado todo vestigio.

Sea como sea, con la muerte del Padre, de quien, salvo la tertulia, nadie hacía ya caso en Villafría, hubo en todo el lugar una recrudescencia de cariño y de entusiasmo hacia él. Se dieron a admirarle y a celebrarle mil veces más que en el día de su llegada. Por lo mismo que apenas le habían tratado, la imaginación vulgar pudo inventar y fantasear a su antojo. Se ponderaron sus virtudes.

Sorege no pudo soportar el espectáculo de la tranquilidad ajena y se metió un el interior del parque, por el lado de Kensington, donde paseó como unas dos horas esperando el momento de ir á casa de Julio Harvey. Entró en una fonda de Regent-Street, comió como de costumbre, y dando las dos, llegó al hotel de Grosvenor-Square.

Pero, don Federico, el cielo se encapota; las nubes van como si las corrieran galgos. Apretemos el paso. Capítulo VI Antes de seguir adelante, no será malo trabar conocimiento con este nuevo personaje. El buen hombre pudo reedificar su casa. Pero a los pergaminos no les cupo la suerte del fénix.

Me parece que oigo la voz de mi prima. ¡Oh! pues dejadme hacer, fingíos muy turbada. Quevedo no pudo decir más.

Al ir a la tienda de la Plaza Mayor en busca de aquel original artículo, tropezó con una ciega que pedía limosna. Era una muchacha, acompañada por un viejo guitarrista, y cantaba jotas con tal gracia y maestría, que Moreno no pudo menos de detenerse un rato ante ella.

Celestina, la hija de Barinaga, era una beata ofidiana, confesaba con don Custodio y trataba a su padre como a un leproso que causa horror. El bando del Arcediano y del beneficiado había querido sacar gran partido de la situación del infeliz don Santos para combatir al Magistral; para ello conquistaron a Celestina; pero Celestina no pudo conquistar a su padre.

Parte XXXVI de las Comedias escritas por los mejores ingenios de España: Madrid, 1671, pág. 1.ª D. Luis Fernández-Guerra, colector de las comedias de Moreto en la Biblioteca de Autores Españoles, ha recogido muchos y curiosos datos acerca de la vida de este poeta, que amplían, corrigen y completan los escasos de que pudo disponer el Sr. Schack.

Pepita no pudo contenerse. El porvenir de felicidad con que había soñado se desvanecía como una sombra. Su resolución inquebrantable de vencer a toda costa a aquel hombre, único que había amado en la vida, único que se sentía capaz de amar, era una resolución inútil. D. Luis se iba. La juventud, la gracia, la belleza, el amor de Pepita no valían para nada.

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