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Aquellas «auras de libertad» que entonces todo lo invadieron, borrando tantas y tantas páginas tan genuinamente sevillanas; al privar de sus rentas á las comunidades les impidieron en absoluto cumplir las voluntades de generosos donantes; y las rentas que éstas dejaron, arrebatadas á sus legítimos dueños, han pasado á poder de algún insigne patriota que hoy se pavonea con ellas en nombre de la libertad.

No es el punto principal de la cuestion privar de olor á las placas gangrenosas, indicacion mil veces insuficiente, sino el de reanimar la vida, combatir la putridez, y dar á los tejidos sanos la energía necesaria para eliminar la parte gangrenada.

Sin embargo, replicó al fin con dulzura y firmeza a la vez: Aunque no la he llevado en mis entrañas, yo quiero a Clementina como si fuese mi hija; la he mirado siempre como tal. Me parece una injusticia privar a una hija de su parte de herencia. ¡Pero mujer! exclamó con viveza el duque: yo ¿para quién quiero lo que tengo sino para mi hija?

Siguiólas don Quijote con la vista, y, cuando vio que no parecían, volviéndose a Sancho, le dijo: -Sancho, ¿qué te parece cuán malquisto soy de encantadores? Y mira hasta dónde se estiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora.

A Nicolás no le quitó su berrinchín el apetito, pues ninguna turbación del ánimo, por grande que fuera, le podía privar de su más característica manifestación orgánica. Los tres oyeron gritos en la calle, y doña Lupe puso atención, creyendo que era un extraordinario de periódico anunciando triunfos del ejército liberal sobre los carlistas.

Y si es verdad lo que yo digo y aquél, persuadido del demonio, por quitar y privar a los que están presentes de tan gran bien, dice maldad, también sea castigado y de todos conocida su malicia."

¿No le hará a usted daño este ruido? No... Me aburría mucho en la cama... Además, no quería privar a las chicas del único recreo que hoy por hoy tienen en Lancia. Muchas gracias, Amalia exclamó una jovencita que venía bailando y oyó las últimas palabras de la dama.

Guardiana, hablando de su sordo-muda, partía el corazón; ella primero consentía morir, que privar a la niña de su cascarillita con azúcar y de su pan fresco de trigo; si era preciso, pediría una limosna: no sería la primera vez; y al oír esto todas sus amigas la atajaron: ¡pedir limosna!, ¡qué humillación para la Fábrica!

No quiero privar á mis lectores de tan sabrosísima lectura, y en el mismo castila en que está escrito, y con su propia puntuación y ortografía, lo traslado aquí, y que Dios me perdone. Dice así: «Recetario de yerbas y flores de Guinobatan.