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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Se oye el confuso clamor de los mendigos en la portalada de la casona, y la voz autoritaria y conmovida del viejo linajudo, que sube la escalera. ¡Ya dieron tierra a tu cuerpo! ¿Rusa, por qué me dejas tan solo? ¡Que al pie de tu sepultura caven la mía!... ¡Rusa! ¡Rusa! ¡Rusa! ¡Era la madre de los pobres! ¡Fruto de buen árbol! ¡Tierra de carabeles!
Guióme Neluco y seguíle yo: estaba abierta la portalada, embutida entre la torre y un extremo de los edificios que forman dos lados de la espaciosa corralada en que entramos, cerrándola por el otro lado un muro que une otra esquina de la torre con la fachada frontera de la escuadra de edificios.
La niña fué derecha a sus brazos con una inexplicable emoción, y su voz llorante interrogaba: ¿No te irás, padrino? ¿Nunca te irás? ¿No me dejarás nunca con doña Rebeca? El, absorto, clamó: ¿No la quieres? No, no; ¡qué miedo, qué miedo tan grande! ¿Pero de quién, hija mía? Paró un coche en la portalada, y Carmen sin soltarse del cuello del hidalgo, gimió: Otra vez la nétigua....
Hablando de estas cosas, me faltó tiempo para pedir a Neluco algunas noticias sobre el octogenario Marmitón, antes de llegar a su portalada, cuyas dovelas, removidas y desportilladas ya por la acción de las intemperies y de las yedras y jaramagos que las invadían por todas sus junturas, me recordaban un poco la mandíbula superior de su dueño cuando yo soñé que le había visto devorar troncos y peñascales.
Puso el médico en aquella carne virginal el ascua de sus labios, y salvó los umbrales de la portalada antes de que doña Rebeca se presentase en el portal.... Rodó un coche dando tumbos por la áspera cambera lindante con la casona, y en las habitaciones de la misma hubo un revuelo de faldas y un atisbo fisgón a la vera de los balcones.
No corráis.... Adiós. Miroles desde la portalada hasta que dieron vuelta a la tapia de la huerta. Después entró, porque tenía que hacer varias cosas; escribir una esquela a su hermano Manuel, ordeñar una vaca, podar un árbol y ver si había puesto la gallina pintada. Tonterías
Era ya bien corrida la una de la tarde cuando volví a cabalgar. Repasé el puente, y sin dirigir la vista al camino real que dejaba a mi izquierda, comencé a desandar aguas arriba lo que había andado por la mañana aguas abajo. Al llegar a Robacío, vi que me esperaba en la brañuca contigua a la portalada de marras, toda la familia de la casona aquélla, con el padre en primer término.
Palabra del Dia
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