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Actualizado: 6 de junio de 2025


Peribáñez y el comendador de Ocaña. Los comendadores de Córdoba y Fuente-Ovejuna. El Hidalgo abencerraje. La envidia de la nobleza y el cerco de Santa Fe. Las cuentas del Gran capitán. El Nuevo Mundo descubierto, y algunas otras. 33 CAPÍTULO XIV. La Estrella de Sevilla. Porfiar hasta morir. El mejor alcalde, el Rey. La carbonera. La niña de plata. La corona merecida. El vaquero de Moraña.

¡Que todavía das, Sancho -dijo don Quijote-, en decir, en pensar, en creer y en porfiar que mi señora Dulcinea ahechaba trigo, siendo eso un menester y ejercicio que va desviado de todo lo que hacen y deben hacer las personas principales que están constituidas y guardadas para otros ejercicios y entretenimientos, que muestran a tiro de ballesta su principalidad...! Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas, y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas ricas telas que allí el ingenioso poeta nos describe, que todas eran de oro, sirgo y perlas contestas y tejidas.

Con todo esto la echó el autor para otro dia: pero porfiar, que porfiar: cinco personas vinieron apenas.

Yo que me vi así, y rodeado de niños que se habían llegado, y delante de mi señora, empecé a decir: ¡Oh, hideputa! ¡No fuérades vos valenzuela! Estas temeridades me han de acabar. Habíanme dicho las mañas y quise porfiar con él. Traía el lacayo ya el caballo, que se paró luego. Yo torné a subir; y al ruido se había asomado don Diego Coronel, que vivía en la misma casa de sus primas.

Palabra del Dia

rigoleto

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