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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Se alza á más de 8.000 piés en una inmensa cañada, formando su cono desde la base hasta los límites de su altura, suaves é iguales ondulaciones por todos sus lados, lo que hace que á cierta distancia se asemeje á una gigantesca tienda de campaña. Al darle esta configuración el autor de lo creado, parece quiso recordar al mortal lo pequeñísimo de sus obras.

La ciudad reposa en una llanura abierta por tres lados, teniendo del uno el Ouche, pequeñísimo rio, y del otro un grupo de bellas colinas. Sus fábricas son muy numerosas, y con especialidad es afamada por las de sombreros de lana y felpas que representan fuertes valores. Desde la estacion del ferrocarril se alcanzan á ver las flechas y empinadas torres de muchos monumentos importantes.

Aquí una pequeña capa de agua se extiende sobre una roca cubierta de verdoso limo y luego resbala por un asiento inclinado rodeado de helechos, ocultándose furtivamente por entre dos ramas de sauce que se inclinan hacia el líquido. Más lejos un pequeñísimo hilo de agua, contenido en una pequeña hendidura, corre, centellea y murmura en mi caída.

Si se indica á un hombre un blanco de una línea de diámetro, y luego se le vendan los ojos y despues de haberle hecho dar muchas vueltas á la aventura, se le pone un arco en la mano para que dispare y se asegura que la flecha irá á clavarse precisamente en el pequeñísimo blanco, dirá que esto es imposible y nadie será capaz de persuadirle tamaño dislate. ¿Y porqué? ¿se apoya en el testimonio de la conciencia? , porque se trata de objetos externos. ¿Se funda en la evidencia? tampoco, porque esta tiene por objeto las cosas necesarias, y no hay ninguna imposibilidad intrínseca en que la flecha vaya á dar en el punto señalado. ¿En qué estriba pues la profunda conviccion de la negativa?

Un comerciante grueso y colorado que ocupaba él solo la tercera parte de la plataforma se estrechó de pronto, se hizo pequeñísimo y volvió la cabeza. Un hortera, debajo de cuyo gabán se veía un delantal blanco, miró a Krilov con ojos de conejo asustado, y, empujando a la muchacha, saltó del tranvía y desapareció entre la multitud.

La mujer lanzó una mirada ansiosa á aquella puerta. Montiño atravesó otra habitación, abrió otra puerta y se encerró en un pequeñísimo aposento, en el cual había un fuerte arcón, una mesa y algunas sillas. Pero todo tan empolvado, que á primera vista se notaba que no se había limpiado allí en mucho tiempo.

La blancura deslumbradora de sus casitas, que cada pocos días enjalbegan las mujeres, la estrechez de sus calles, la limpieza extraordinaria de sus patios y zaguanes, acusan la presencia, por muchos años, de una raza fina, culta, civilizada, que ha dejado por los lugares donde hizo su asiento hábitos graciosos y espirituales. El pueblo es pequeñísimo: al instante se sale de él.

Al dejar á Ginebra, llevaba no solo una impresion de profundo respeto por ese pequeño Estado de filósofos, artistas y hombres libres é industriosos, sino tambien una especie de consuelo y confianza en el porvenir de la humanidad. ¡Qué de grandes ejemplos y altísimas inspiraciones le debe la civilizacion europea a ese pequeñisimo pueblo que, habituado á fabricar relojes y ejercitar el libre exámen, parece tener en su genio la regularidad severa del cronómetro y la expansion independiente de las organizaciones libres!

Palabra del Dia

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