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Actualizado: 29 de julio de 2025


Hace un sin fin de tiempo que no veo ningún cuadro de usted, Núñez dijo la condesa de Peñarrubia dirigiéndose al laureado pintor. ¡Oh cielos! ¿También usted, condesa? exclamó aquél con aspaviento cómico de susto. ¿Qué quiere usted decir? replicó sonriente la dama.

¿Quién es ese caballero? le preguntó Elena. No te lo he presentado porque estabas muy distraída... Es el conde de Peñarrubia. ¿Tu marido? exclamó Elena dando un salto en la butaca.

El gasto de la conversación hiciéronlo Tristán, Gustavo Núñez, la condesa de Peñarrubia y Narciso Luna. Los tres últimos se conocían y se trataban íntimamente, y Gustavo y Narciso se tuteaban como socios asiduos de la Peña. Aquél era ingenioso y culto como ya sabemos; éste un hombre vulgar que suplía a menudo el ingenio con la desvergüenza.

Sentáronse a la mesa a más de la familia, de Tristán y Núñez, Cirilo y Visita, el marquesito del Lago, su hermana la condesa de Peñarrubia que se hallaba pasando unos días en el Escorial con su madre, Escudero y su hija Araceli, Narciso Luna, muy popular en el mundo elegante y disipado de Madrid, amigo íntimo de la condesa de Peñarrubia, Gonzalito Ruiz Díaz, primogénito de los duques del Real-Saludo que pertenecían también a la colonia veraniega del Escorial y habitaban en un suntuoso hotel de su propiedad, dos hermanas de éste amigas de Clara y de la edad de ella aproximadamente, el farmacéutico Vilches, primo hermano de Elena, con su señora, el paisano Barragán y otros pocos invitados más hasta el número de treinta.

Era ésta mucho mayor que Fernando, casi le doblaba la edad pues no andaba ya muy lejana de los cuarenta: se había casado con el conde de Peñarrubia y estaba hacía algunos años separada de su marido por motivos poco honrosos para ella. Vivía sola en Madrid. Sus aficiones a la sociedad y aun a la galantería, según murmuraban, no encajaban en la austera y piadosa mansión de su madre.

Pues yo no me aburro jamás sino cuando estoy acatarrado y el médico me obliga a sudar en la cama dijo Narciso Luna: y la frase fue celebrada por su amiga la de Peñarrubia. Llámese usted un hombre excepcional dijo Tristán dirigiéndole una mirada de desdén , porque la vida, para la casi totalidad de los humanos, oscila siempre entre la pena y el aburrimiento.

Palabra del Dia

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