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Actualizado: 2 de junio de 2025
De vez en cuando, creciendo en importancia y en frecuencia e interrumpiendo la monotonía de la vida claustral, llegaban al convento noticias vagas y confusas que revelaban una pasmosa renovación en la vida social de la recién formada nación española.
Cuán pasmosa no sería la sorpresa de Morsamor, de Tiburcio y de sus compañeros, cuando, al llegar la noche del día desde cuya mañana estaban detenidos, oyeron lastimeros gritos que se alzaban por el costado izquierdo de la nave y que decían en lengua castellana: ¡Socorrednos: tened compasión de nosotros! ¡Recibidnos a bordo!
Situaciones tan diferentes; destinos tan encontrados de un mismo edificio prestan materia al hombre reflexivo para filosofar sobre la variedad tan pasmosa de las épocas, y para lanzarse en un vasto océano de profundas meditaciones. Fiestas que se celebraron en la ALJAFERIA con motivo de las coronaciones de diversos reyes.
La caballería, brazo de los momentos terribles, no funcionaba aún y permanecía detrás, quieta y relinchante, conteniéndose con sus propias riendas. Pero a pesar de generalizarse la lucha, en aquel primer período de la batalla todo el interés continuaba, como he dicho, en el ala izquierda. Atacada por los franceses con valentía pasmosa, nuestros batallones de línea retrocedieron un momento.
Por último, la totalidad esta envuelta en una atmósfera, que si no tiene aún la transparencia pasmosa de sus obras posteriores, empieza ya a ser respirable. Así entendió el asunto: pensando que pues los dioses se humanaban, como hombres había que tratarlos. Exceptuada la luz que irradia la cabeza de Apolo, calificado por Stirling de joven vulgar, no hay allí nada divino ni siquiera heroico.
La repentina invasión de los árabes, á principios del siglo VIII, acabó de destruir la vacilante monarquía de los godos, sujetando con pasmosa celeridad al país y sus habitantes, y sólo escasísima parte de éstos se mantuvo independiente, refugiándose en las montañas inaccesibles del Norte.
Suspendo, por consiguiente, el dar mi aprobación hasta que demuestre en otro artículo que no hay el menor peligro en aprobar las Odas, porque la virtud purificante de la poesía convierte el rejalgar en triaca. En la poesía hay sin duda pasmosa virtud purificante. No quiero yo entenderla con todo, como he oído decir que la entendía Gœthe. Tal modo de entenderla es sobrado egoísta.
Fue tan imperiosa la voz, fue tan imponente el ademán de aquel muchacho, que se apartaron todos, formando ancho cerco en torno suyo. Cayó entonces el francés sobre Plácido, el cual paró los golpes que le asestaba, sin recibir ninguno, y le ciñó con fuerza terrible en sus nervudos brazos. Pasmosa fue la lucha. Firmes se mantenían ambos. Ninguno cejaba ni caía.
Sí, no ofrece la menor duda: los caminos de hierro son los preferidos por todo el mundo; aparte de sus inmensas ventajas de inaudita y pasmosa celeridad, ademas de su cómoda disposicion, tienen tambien su poesía especial.
Esta dibujado de un modo admirable: ni en cada figura considerada con relación a las demás, se nota desproporción, ni examinándola aisladamente tiene la incorrección más ligera: no hay figura que no ocupe el lugar que le corresponde, ni miembro que no encaje en el cuerpo a que pertenece, ni línea que no reproduzca con verdad pasmosa la forma que pretende copiar.
Palabra del Dia
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