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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Supe que el ilustre hermano del cautivo le buscaba inquieto y desolado, indagaba en balde su paradero y hasta lamentaba y lloraba su por él imaginada temprana muerte.

Quería casarse o morir; casarse para demostrar la pureza de su honor. Pero los pretendientes aceptables no parecían. La de Valcárcel seguía enamorada, con la imaginación, de su escribiente de los quince años; pero no procuró averiguar su paradero, ni aunque hubiese venido le hubiera entregado su mano, porque esto sería dar la razón a la maledicencia. Quería antes otro marido.

Hacía más de un mes que había huido de la calle de los Artistas, sin que el padre pudiese averiguar su paradero. Esta fuga no era la primera. Ya sabía Isidro que varias veces había desaparecido, sin que le corrigiesen las palizas que le propinaba al volver. Tenía piel de perro, según afirmaba el señor José. Ni golpes ni consejos habían servido de nada al padre.

¡Qué queréis, Marta; cuando no hay más remedio!... ¿Va ir lejos de aquí? , bastante lejos. Cuanto más lejos, mejor será para vos y para ... De esta modo habrá menos peligro de que el señor de Bergams descubra su paradero. ¿La señorita irá, sin duda, al extranjero?

No se podía hacer otra cosa, ignorándose, como se ignoraba, su rumbo y su paradero en una tarde tan corta, tan amenazante y con el temor de una noche como la que se barruntaba.

Se avisó a este comerciante y, en efecto, vino a declarar que era cierto lo que el cojo decía, y que le trataba hacía tiempo y le tenía por una persona honradísima. Mario, a pesar de todo, ansiaba echarle las manos al cuello y apretarle hasta hacerle confesar dónde estaba su hijo. Se indagó el paradero de la mujer y el niño. Nadie daba razón de ella; nadie la había visto. Se trabajó asiduamente.

«¡Ah! dijo . ¿Es un joven oficial de artillería que fue transportado a la balandra y de la balandra a tierra en la noche del 23? El mismo conteste , y por cierto que nadie me ha dado razón de su paradero. Pues ese fue de los que perecieron en la segunda lancha, que no pudo tocar a tierra.

El pueblo se había puesto en conmoción y muchos vecinos, aunque todavía era noche, salieron a la calle para enterarse. Cuando amaneció las calles se llenaron de gente y todos se convirtieron en agentes de policía para averiguar el paradero del niño secuestrado. El asunto preocupaba sobre todo a las mujeres que no cesaban en sus comentarios.

Únicamente le preocupaba el paradero de su amigo Torrebianca, creyendo reconocerlo en todos los hombres que veía á lo lejos. «Es lástima que Ricardo saliese tan temprano pensó .

Por todo se reñía allí entonces menos por la obra empecatada de Maravillas, de quien nadie se acordaba ya y de cuyo paradero no se sabía.

Palabra del Dia

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