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Actualizado: 30 de junio de 2025
Ahora no veía en nada de aquello lado alguno ridículo. ¡Oh, la Iglesia era sabia! ¡Conocía el corazón humano y cuáles eran los momentos grandes de la vida! ¡Era tan solemne el nacer, el tomar un nombre en la comedia azarosa de la vida! ¡El bautizo hacía pensar en el porvenir, en una síntesis misteriosa, de punzante curiosidad, de anhelante y temerosa comezón de penetrar el porvenir!
Ante el Cristo muerto había que aclamar el triunfo de la Vida. El cadáver inmenso aun pesaba sobre la tierra, pero las muchedumbres engañadas se agitaban ya, dispuestas a sepultarle. Por todos lados se oían los vagidos del mundo nuevo que acababa de nacer.
No era aquella casita la casita alegre y risueña que me vió nacer, que albergó mi niñez y que me vió salir de allí bañado en lágrimas. ¡La casa de mis padres era ajena! ¿Quiénes la habitaban? Acaso quien no era capaz de amarla y de estimar sus bellezas.
He visto nacer al conde Manfredo; entonces ya servia a su padre, al que se parece muy poco. Lo mismo puede decirse de muchos hijos; ?pero en que se diferenciaba del suyo el conde Segismundo? No hablo de las facciones, pero si del corazon y del genero de vida.
Antiguos, que á Cupido celebrastes Por Dios de amor, con arco y con saeta, Y niño rapacejo le pintastes, Con venda que la vista bien le aprieta; No dudo sino que nos acordastes Que habia de nacer este Mendieta: Que si es ciego el amor y sin sentido, No teneis que buscar otro Cupido.
En mi concepto, el arte verdadero, es decir el que se inspira de las grandes cosas y hace grandes revelaciones, no puede nacer y vivir hoy en las ciudades opulentas, entre el bullicio de la especulacion, las miserias y vanidades de lo que llaman el mundo y las farsas de la moda caprichosa.
Ahora, cuando nuestra curiosidad, aguijoneada por una increíble variedad de cuadros que no ha buscado, se decide a buscar algo fuera de la esfera de las ideas positivas, es natural que se interese menos por los hechos que por las pasiones, por las circunstancias materiales de un relato que por el sentimiento indefinido que hará nacer, ver las aventuras verdaderas o falsas de un personaje indiferente que por no sé qué idealidades, las cuales, sin constituir un carácter particular, corresponden más o menos con las necesidades, los afectos, las ilusiones de la mayoría, en las épocas desgraciadas de la sociedad.
Todo lo que existe, hasta el más insignificante producto que el hombre cree obra exclusiva suya, es debido a las generaciones del pasado y del presente. ¿Con qué derecho podía decir nadie: «Esto es mío, mío nada más»...? Al hombre no le consultan antes de formarse si quiere surgir a la vida. Nace, y por nacer tiene derecho al bienestar.
Mis pequeñas facultades de observación no pasan del reducido mundo que me rodea, de mi casa, de mis amigas y del centro social en que por dicha mía me ha tocado nacer y vivir. Pero abandonemos este tema. Creo que lo dicho basta como respuesta al punto a que se refieren mis discretas y amables comunicantes. Y vamos a nuestro asunto. Jorge, mi marido lo diré una vez más, es un hombre adorable.
La inmensa masa acuática tres veces más salada que al nacer el planeta, á causa de una evaporación milenaria que había disminuido el líquido sin absorber sus componentes guardaba, revueltos con sus cloruros, el cobre, el níquel, el hierro, el cinc, el plomo, y hasta el oro procedente de los filones que la ebullición planetaria aglomeró en el fondo oceánico, y de cuya masa no son mas que insignificantes tentáculos los filones de las montañas, con sus arenas auríferas arrastradas por los ríos.
Palabra del Dia
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