Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de noviembre de 2025
Tiburcio, bajo la inspección y dirección de Morsamor eligió a la gente de leva, hizo el ajuste y enganche y con el mayor secreto lo dispuso todo para la partida. Goa era en aquella edad la Síbaris del Oriente, centro de lujo, regalo y lascivia, donde los vencedores de Adamastor y de todos los genios del Mar Tenebroso recibían el galardón de sus estupendas victorias.
Morsamor aplicaba a veces al imperio portugués la visión de este sueño y algo de la interpretación que el profeta Daniel le había dado. Los portugueses, con terrible heroísmo, habían hecho y seguían haciendo más de lo que prometía fuerza humana.
Tomás Cardoso replicó a Morsamor no con razones sino con quejas. La conversación se fue agriando y se trocó en disputa. Los dos interlocutores estaban solos. Cardoso había echado a rodar todo respeto. Tenía muy poca fe en la elocuencia de sus razonamientos y sobrada fe en la energía de sus puños.
Taciturno y afligido Morsamor, había hecho voto de no enamorar ya a mujer alguna, de no reñir con ningún hombre y de no tomar parte en ninguna contienda armada.
Con esta embajada fue Tomás Cardoso para imponerse a Morsamor, a quien halló solo en la pequeña cámara del buque.
Ni el comisionista, ni el misionero, gustaron de la nueva empresa que Morsamor quería acometer; pero Morsamor poseía grandes riquezas y con ellas se allanan dificultades y todo se compone.
Rápidamente la bajaron, asidos de nuevo de la mano Morsamor y Urbási. Con cariñoso afecto estrechó Morsamor la mano de Urbási, blanca, suave y admirablemente formada.
Sus hazañas, si las hizo, no le dieron riqueza, ni valimiento, ni poder, y no hubo cronista que hablase de ellas en sus narraciones, ni épico callejero que escribiese un mal romance para referirlas y ensalzarlas. Dice el refrán que el lobo, harto de carne, se mete fraile. Morsamor no fue como el lobo. Morsamor no cogió la carne: apenas columbró la sombra.
Tiburcio no pudo menos de hallar la empresa sutil e ingeniosa; pero como era muy franco y decía su parecer sin rodeos y aconsejaba con toda libertad, habló a Morsamor de esta suerte: De perlas encuentro yo todo eso.
Aunque Morsamor disimulaba su disgusto, que solía rayar a veces en repugnancia, donna Olimpia, era muy avisada y no dejó de conocerle; pero donna Olimpia era muy soberbia y no se dio por entendida ni formuló la menor queja.
Palabra del Dia
Otros Mirando