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Actualizado: 20 de junio de 2025
En todos estos sucesos no faltaron traiciones, crueldades, robos, violencias, y sediciones, pestilencia comun, no solo de un ejército colecticio y débil por el corto poder de la suprema cabeza, pero de grandes y poderosas Monarquias.
Así debe ser digo yo, que, aun cuando nada me interesa la política, deseo congraciarme del todo con Petrona; así debe ser: el presidente preside al pueblo y la presidenta preside al presidente. Debía ser como las monarquías agrega la de Esquilón; que no hay rey sin reina. Yo hablaba mucho de esto con la infanta Isabel cuando el Centenario. Nos hicimos lo más amigas.
A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas.
Cobra ligeramente aliento y prosigue: «En cambio aquí, como el presidente llega a la meta ya viejecito, la presidenta suele ser otra viejecita ya cansada, concluida, reumática, cuyo mayor deseo es que la dejen tranquila. ¡Y luego hablan de las jóvenes repúblicas! La juventud está en las monarquías.
En las cuatro monarquías balkánicas, en ese trágico tute de reyes, ha debido ocurrir algo de esto. La historia lo aclarará, si es que la historia aclara algo. Desde luego, el rey manda: pero el rey, al mismo tiempo que rey, es marido, sujeto, por lo tanto, a las mismas influencias, peripecias y contingencias, buenas y malas, de todo marido.
Y sin embargo, la Europa de las viejas monarquías no supo cómo librarse durante veinte años de estos guerreros improvisados. Donde aparecen los cuatro jinetes Los dos amigos vivieron en los días siguientes una vida febril, considerablemente agrandada por la rapidez con que se sucedían los acontecimientos.
Estaba muerto y nadie tenía la persuasión de que el Rey no vivía, porque aquel estado inerte podía ser un desmayo como otras veces. A pesar de que los médicos aseguraron que ya no había Rey, Cristina dispuso que no se tocase el cadáver hasta las veinticuatro horas. Retiráronse todos y en Palacio hubo el movimiento vertiginoso que acompaña a los grandes sucesos de las monarquías. Nadie lloraba.
Pero aunque el aviso llegó presto y á su tiempo, Andronico tardó en resolverse; falta muy ordinaria de los príncipes, y la mas perniciosa, dilatar los remedios hasta que pasa la ocasion, y vienen á llegar quando ya no es posible que aprovechen; y esto en tanto es mas peligroso, quanto el negocio es de mayor importancia, como lo son los tocantes á la guerra, donde los yerros pequeños suelen ser causa de pérdidas de Reynos, y Monarquias.
He aquí embarullada, confundida, anarquizada la partida de ajedrez; pues si unos alfiles, caballos, torres y peones tiran para un lado y otros para otro, la batalla ordenada se torna en encrespado bochinche civil. Todas las monarquías son de origen cosmopolita. Ningún rey, ninguna reina, tienen la sangre pura del pueblo en que reinan.
Puede hoy decirse con razón que el triste empleo de intendente de finanzas, en las viejas monarquías, se ha convertido en el primer cargo del gobierno en nuestras jóvenes sociedades.
Palabra del Dia
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