Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
Al poco tiempo atravesábamos el puente, y mi mujer y yo nos mirábamos sin hablar, como si hubiésemos dado cima á una grande empresa, tan grande, que no nos dejaba ni aún aliento para abrir la boca. El grupo de la Vírgen y del niño Jesus, es una de las cosas que nos han dejado una emocion más agradable y más duradera.
Todos nos mirábamos, sorprendidos ante el pintoresco cuadro que en un periquete habia trazado aquel maestro incomparable. «El joven pobre que ha puesto usted en la buhardilla, donde está muy retebién, le figuraría yo un hidalgo de provincias, sin blanca y con malísima estrella.
Don Camilo, en un grupo, conversaba con los padres de Valentina; Martín, que se había separado de ellos, porque era gran fumador, echaba, escondido entre los árboles, grandes bocanadas de humo. Valentina y yo mirábamos la noche que empezaba a caer, desde una glorieta formada por madreselvas y jazmines que quedaba a un extremo del jardín. ¿Ha estudiado astronomía usted, Julio? me decía.
María y yo, por de pronto, profesábamos cordialísima antipatía al padrastrillo. Te aseguro decía él a mamá, señalándonos con el mentón que desearía vivir siempre contigo para vigilar a tus hijos. Te van a dar mucho trabajo. ¡Déjalos! respondía mamá cansada. Nosotros no decíamos nada; pero nos mirábamos por encima del plato de sopa.
Si al despertar hubiera percibido aquel estrépito incesante, habria dicho seguramente que me encontraba en una fábrica, entre el movimiento de muchas máquinas de vapor. Mis ideas se alargan con mi vista á través de ese laberinto de chimeneas y de torres, y se pierden con ellas sobre esa techumbre sin fin. Mi mujer y yo nos mirábamos sin cesar como dos bobos.
De una pequeña alacena sacó una vieja linterna herrumbrosa, y la encendió cuidadosamente, mientras nosotros dos la mirábamos llenos de interés y faltos de aliento. Después echó llave a la puerta y la aseguró con una barra de hierro, cerró los postigos de la ventana, y quedamos en tinieblas. ¿Iríamos a ver acaso alguna ilusión sobrenatural?
De manera que mirábamos, casi simultáneamente, el monumento triunfal levantado á la Francia revolucionaria y conquistadora, el monumento del Egipto usurpado, y el monumento de la segunda Francia imperial: un triunfo, una usurpacion y un misterio: el arco, el obelisco y las Tullerías.
Se les conoció muy pronto que no les agradaba la insistencia con que los mirábamos Neluco y yo; y fuera por esto o porque ya nada tenían que hacer allí, apuraron el contenido de los correspondientes vasos, y se largaron haciéndonos un ligero ademán de saludo, pero sin decir palabra.
Si a mí me dicen esto, ahora dos meses, no lo creo, no, señor, me río; pero, ¿quién podía soñarlo? En el ansia de ganar, de ganar mucho, de ganar siempre, no mirábamos para atrás, ni para arriba, y así se nos ha caído la casa encima y nos ha aplastado.
Me recuerdas a los veteranos de mi tiempo, a los del Sambre, a los de Egipto. ¡Bah, bah, bah! No teníamos los carrillos hinchados ni estábamos relucientes de grasa; mirábamos como las ratas hambrientas cuando ven un queso, y teníamos los dientes largos y limpios.
Palabra del Dia
Otros Mirando