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Actualizado: 26 de junio de 2025
Todas las mercaderías quedaron reducidas al mas mezquino aprecio. La vara del paño de Echillon valia sesenta maravedís, la del de Lombai i Bruselas cincuenta maravedís viejos: la escarlata de Gante, sesenta; i la de Ipre, ciento i diez: i por último, los paños de Montpeller, Bruselas, Lóndres i Valencia, sesenta maravedís viejos. Todo lo demás andaba en esta forma.
Sobre cada parte de la Teneduría tenía escritos substanciosos tratados, y era de ver con qué inspirada sagacidad explicaba la Banca en comisión, las Cuentas de Resaca, la Gruesa ventura a cobrar, las Fianzas y Avales, los Depósitos y Mercaderías.
Pero en vez de ir con ellos a la casa paterna, tomó el caminito de Fez, ávido de ver mundo, de trabajar por su cuenta, y de ganar mucho dinero para el autor de sus días, no los doscientos duros, sino dos mil o cientos de miles. Comprando dos borricos, se puso a portear mercaderías y pasajeros entre Fez y Mequínez, con buenas ganancias.
I pues Dios ha hecho á V. M. tan gran señor, i tiene en sus reinos i señoríos, minas, tesoros, i todas las cosas necesarias para la conservacion i sustento de la vida humana, así de frutos de la tierra, como de bienes adquiridos con trazas i artes sin dependencia forzosa de otro reino estraño, mande que esto se remedie, prohibiendo la entrada en estos reinos de mercaderías labradas i fabricadas en los estraños por los medios i modos mas suaves que se puedan.
De él son tomadas las siguientes palabras: «De la entrada en estos reinos de mercaderías fabricadas en los estraños, se siguen muchos daños, porque se llevan la moneda de plata i oro con los precios que dan por ellas, enriqueciéndose i haciéndose poderosos, i van enflaqueciendo las rentas de V. M. i empobreciendo los caudales de los vasallos, i quitándoles las artes i ejercicios i oficios en que ganaba el sustento, i los de allá se van acrecentando.
Lástima grande causa ver á un tan poderoso reino, afligido por la mayor pobreza en tiempos del infeliz monarca Enrique IV i reducido al estremo de trocar los hombres sus mercaderías por vilisimos precios.
El demonio ofrece sus mercaderías á las labradoras, y la más piadosa, conociendo el juego, exclama: «Jesús, Jesús, Dios y hombre verdadero,» y al oirla, toma el demonio las de Villadiego, y el serafín se mezcla en el tropel, para poner á la venta virtudes, aunque con poco éxito. Las jóvenes labradoras le aseguran que los mancebos, para elegir esposa, atienden más al oro que á las virtudes.
Gerónimo de Ceballos en su Arte real para el buen gobierno de los reyes i príncipes decia: «No puede haber abundancia ni riquezas si faltan los vasallos i los materiales en que se han de ocupar: lo cual se remediaria, si se mandase que de fuera de estos reinos no entrase paño, ni sedas fabricadas, ó por lo menos que sean de peso i lei, guardando en su labor las ordenanzas de España; porque no es justo que los naturales de estos reinos tengan lei i ordenanza, i denunciador i castigo contra sí, i los estranjeros vivan con libertad, metiendo sus mercaderías falsas i sacándonos con ellas el dinero; que, si sacaran otras mercaderias en su lugar fabricadas en España se podria tolerar.»
Don Mateo de Lison i Biedma, señor del lugar de Algarinejo, veinticuatro de la ciudad de Granada, i su procurador de Córtes en las que se celebraron el año de 1621, entre los discursos i apuntamientos que dió á la estampa, puso uno en que habló sobre la entrada en España de las mercaderías de los estranjeros.
Cuando comencé a escribir, a mi tía Úrsula se le ocurrió dictarme párrafos del gran libro de la familia, y todavía conservo, por casualidad, un pliego en papel de barba, escrito por mi inhábil mano, con letras desiguales, que dice así: «El capitán de barco, Martín Pérez de Irizar, hijo de Rentería, cuando volvía de Cádiz de cargar un galeón de mercaderías, se encontró en alta mar con el corsario francés Juan Florín, cuyo nombre espantaba a cuántos salían al mar.
Palabra del Dia
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