United States or Brunei ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando Fausto le obliga a que él mismo se defina, Mefistófeles se define una parte de aquella fuerza que siempre quiere el mal y que hace el bien siempre. Mefistófeles quiere destruir, viciar y corromper; mas como sólo puede hacer esto al por menor, concurre al bien general y a la creación entera y continua, muy contra su gusto.

Aspira a todo, y para satisfacer sus aspiraciones cuenta con varias potencias. Cuenta con Mefistófeles, esto es, con el espíritu de astucia y de conducta para la vida, que ya le devolvió la juventud y que podrá aún darle riqueza, poder, fama y deleites materiales.

La prueba de su riqueza era el espléndido regalo que enviara últimamente a su novia... La bombonera que mencionó don Mariano Vázquez se había convertido, para aquellas imaginaciones meridionales, en un cofre artístico lleno de piedras preciosas; perlas, diamantes, rubíes, zafiros... ¿Quién podía hacer semejantes obsequios en el Tandil?... ¡Esas mujeres! ¡Bien las conocería Mefistófeles cuando aconsejó a Fausto que regalara aquellas magníficas joyas a la pequeña y modesta Margarita!

Mefistófeles se lleva a Fausto solo, y el drama o la primera tragedia termina. Los caracteres meramente humanos del drama están trazados y aun acabados de mano maestra: parecen más reales que la realidad. Marta y el fámulo Wagner son dos personajes cómicos que pueden servir de modelos.

Mefistofeles comparece a la puerta y les dice: daos prisa o estais perdidos; vuestros retardos y vuestras dudas son funestos, mis caballos tiritan, el frio de la manana se hace sentir. Margarita. ?Quien sale de este modo de la tierra? el es, el es; hacedle ir. ?Que hara en el lugar sagrado? Es a mi a quien quiere llevarse. Faust. Es necesario que tu vivas.

Aunque Mefistófeles, gracias a la fantasía del poeta, tiene ser propio y personalidad independiente, todavía, para concebir nosotros mejor su esencia, podemos figurárnosle como un resultado del análisis psicológico del alma de Fausto.

El diablo, bajo el nombre de Mefistofeles, viene y le promete ponerle en posesion de todos los goces de la tierra, pero al mismo tiempo sabe disgustarle de todos ellos; porque la verdadera maldad seca el alma de tal manera, que concluye por inspirar una indiferencia profunda por los placeres igualmente que por las virtudes.

Mefistófeles tiene además el mérito de ser el diablo fino de nuestra edad, el diablo que corresponde a un Dios benévolo, el diablo de los optimistas y de los progresistas pacíficos y por medios lentos y legales.

Arranqué aquel amor de mi pecho como una planta venenosa y desconfié para siempre de los ángeles rubios que conservan en su mirar azul el reflejo de los cielos que atravesaron. Desde lo alto de mi oro, arrojé sobre la inocencia, el pudor, y otras idealizaciones funestas, la diabólica carcajada de Mefistófeles y organicé fríamente una existencia animal, grandiosa y cínica.

Mefistófeles, fuera de las joyas que lleva de presente a Margarita, apenas emplea más medios para ayudar a la seducción, que los que podría emplear un lacayo listo de nuestras antiguas comedias de capa y espada. Así es y así debe ser.