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Actualizado: 27 de julio de 2025


¡Quia! el conde de Lemos estaba en Alcalá; por la mañana, antes del alba, salía de allí, y por trochas y sendas llegaba hasta mediar el camino de Madrid; yo he ido á llevarle muchas veces cartas de don Baltasar de Zúñiga y del secretario Céspedes, y de otros varios; el conde esperaba que de un momento á otro le levantasen el destierro; por la tarde se volvía, y ya de noche entraba otra vez en Alcalá.

Estar en vísperas de casarse con una joven excelente, y sin mediar disgusto alguno, sin antecedentes de ningún género que puedan tenerla prevenida, decirle de pronto: «Todo se acabó, ya no me caso contigo porque no te quiero ni nunca te he querido», es lo más brutal y más odioso que se haya visto jamás... Por otra parte, yo no cómo tomarían mi conducta tus papas.

Harto se me alcanzaba que entre la gallega y la mujer de Cataluña, y entre la manchega y la vizcaína habían de mediar radicales diferencias; pero esto de que cada provincia, fuese la que fuese, había de tener un tipo especial, se me hacía difícil de creer.

No sucede como en nuestras antiguas comedias, donde casi nunca hay madre. En lugar de la madre, pone el poeta a un personaje muy cómico, y bien caracterizado: a una vecina, ya de años, vulgar, aficionada a conversación, falsa devota, y con otras malas cualidades, que la hacen apta para mediar en cualquier intriga galante.

Dios, si quisiese, podria causar en nosotros una ó muchas sensaciones, sin mediar ningun cuerpo: ¿quién nos asegura que esto no sucede? ¿quién nos da la certeza de que no puedan hacer lo mismo otros seres, y por tanto de que no sea una pura ilusion todo cuanto imaginamos sobre un mundo corpóreo? Yo creo que esto último se puede conseguir: voy á intentarlo.

Sumaban ya seis mil pesos los entregados por fray Venancio, cuando una noche se sintió éste acometido de un violento cólico miserere, enfermedad muy frecuente en esos siglos, y al acudir fray Antolín encontró a su alter ego con las quijadas trabadas y en la agonía. No pudo, pues, mediar entre ellos la menor confidencia, y fray Venancio fué al hoyo.

Se alzó de su asiento, y antes de que el Comendador hablase, le dijo: Váyase V., D. Fadrique, váyase V. ¿Qué palabras, qué explicaciones pueden mediar entre nosotros, que no produzcan una tempestad, sobre todo si nos hablamos sin testigos? ¿Para qué me busca V.? ¿Para qué me provoca? No podemos hablarnos; apenas si podemos mirarnos sin herirnos de muerte. ¿Es V. tan cruel, que desea matarme?

Esto es un motivo curioso de estudio, porque el lector comprenderá sin duda las infinitas gradaciones que deben mediar, desde balbucear los buenos dias á un mendigo, hasta doblar ambas rodillas ante un emperador.

En la formacion de aquellas no podian mediar las grandes dificultades, riesgos y trabajos, que en los de estos, por estar en el centro de España, y no carecer de cuanto necesita el hombre para la conservacion de su vida y desahogo del ánimo en la sociedad racional. Muy al contrario eran las proporciones de estos establecimientos.

Juan y Fr. Pedro de Pisa, con el fin de calmar los ánimos, pues a consecuencia de la trágica muerte de los Amantes, del dolor y lástima pasaron las circunstancias a la ira, volviendo a recrudecerse los bandos y parcialidades que dividían la población principalmente entre los Muñozes, Garceses y Seguras, quienes hubieran acudido a las armas a no mediar con su palabra aquellos venerables religiosos.

Palabra del Dia

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