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Actualizado: 11 de julio de 2025
Hemos admirado tambien las maderas y el enrejado del coro, los cuadros de Luis de Bologne, de Touvenet, de Hallé, de Coypell y de Felipe de Champagne; los opulentos mausoleos del conde de Harcourt, del cardenal de Belloy, de.... En fin, he admirado tantas cosas, que si las hubiera de decir, seria menester que escribiera un libro, como dije antes.
Las plantas trepadoras enroscaban sus verdes ondulaciones en las columnas de los claustros, llegando hasta los arcos de herradura. Los mausoleos, las imágenes yacentes, los ángeles de mármol, en medio de las platabandas de tupida vegetación, parecían estatuas de jardín.
Entregaba una hoja, después de garrapatear algunos signos, y recibía las monedas de cobre. Isidro mostrábase satisfecho de su nuevo alojamiento. Por una ventana contemplaba el río, casi a sus pies, y en la orilla opuesta las praderas pintadas por Goya, los cerros en cuya cumbre se aglomeraban los cipreses y mausoleos de los cementerios de la Almudena y San Isidro.
El cielo, el horizonte, las fantásticas formas de la sierra azul, revueltas con las masas de nubes, le sugerían vagas ideas de un mundo desconocido, quizás mejor que este en que estamos; pero seguramente distinto. El paisaje es ancho y hermoso, limitado al Sur por la fila de cementerios, cuyos mausoleos blanquean entre el verde oscuro de los cipreses.
Desde luego, los hombres que siguen viviendo después de muertos siguen siendo capaces de hacer bienes y males pues esto es la característica de la vida y estando ya fuera del alcance de los medios defensivos y represivos, no quedaba más remedio inmediato que encerrarlos bajo la tierra, clavados por el centro del pecho con una sólida estaca o asegurados con una piedra pesada sobre la fosa, para que no pudieran salir a molestar a los vivos con sus rencores insaciados o sus venganzas pendientes, que fue el lejano origen de los mausoleos modernos, según Grant Allen, o, finalmente, enterrarlos "en sagrado" y hartarlos de responsos, misas, novenas y rosarios, para que el ánima del muerto no salga en fantasma errante a penar por este mundo, hambrienta de oraciones de sus deudos, amigos y conocidos, para conseguir indulgencias en el otro.
Atravesaron un gran patio lleno de mausoleos de más o menos lujo, después otro patio que era todo nichos; pasaron a un tercero en el cual había sepulturas abiertas, recién ocupadas, y paráronse delante de una en la cual estaban aún los albañiles, que acababan de poner una lápida y recogían las herramientas.
Entonces Romadonga, con la galantería propia de un fidalgo español, ofreció el brazo a la chula y se fueron escoltados por el guardia. La muchedumbre aplaudía riendo. Mario llegó a ser un escultor distinguido. Llovieron las demandas de obra en su estudio. Bustos, estatuas, jarrones, mausoleos, todo lo trabajó con gloria y provecho. Comenzó a ganar sumas considerables.
Palabra del Dia
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