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Desde Lyon hasta Marsella el ferrocarril pasa tocando en muchas ciudades y poblaciones importantes, algunas de ellas ricas en monumentos antiguos, romanos y feudales, y en recuerdos y tradiciones de mucha significacion para la historia.

Este hombre es terrible y no retrocederá por nada. Habla de ir á la Numea como de tomar el tren para Marsella. Se planta en los antípodas con una facilidad increíble... Pero ¿y yo, Marenval, retirado de los negocios para gozar de la vida? ¿Estoy loco?" Cristián no le dejó tiempo de concluir.

En los viajes anteriores, la vista de la gigantesca Virgen dorada, que brilla como una lanza de fuego en lo alto de Nuestra Señora de la Guardia, esparcía el regocijo sobre el puente del buque. ¡Marsella, Tòni! decía el capitán alegremente . Te convido á una bouillabaisse en casa de Pascal.

Siguió apretando el gatillo, y los tiros hicieron desaparecer á aquellos facinerosos, unos corriendo, otros balanceándose dolorosamente, mientras de las callejuelas cercanas empezaba á salir gente. Mina se arrodilló junto á su marido. ¡Oh, Lionel! ¡Mi rey!... ¿Te han matado? Cuando, semanas después, pudieron salir de Marsella, la vida conyugal era otra.

Luego se funden en esta agua tres libras de jabón de Marsella, y cuando está bien derretido se aparta del fuego, se mezcla con libra y media de almidón en polvo y se le añaden unas gotas de esencia de limón. Se amasa bien la pasta y se da la forma de pastillas. Resulta muy bueno.

Valencia es el país clásico de las mujeres hermosas, tanto que allí es casi difícil encontrar una fea. En las mas espléndidas calles de Paris, Lyon y Marsella, y de Barcelona y Madrid me han mostrado soberbias Valencianas, desgraciadamente...desgraciadas. Pero aquellas mujeres, que fascinan todas con su hermosura, no seducen el corazon jamas, no embelesan el alma.

Esto lo supo Tòni por el capitán de un vapor español que acababa de llegar de Marsella, precisamente un día después que los periódicos de Barcelona relataron la muerte de Esteban Ferragut en el torpedeamiento del Californian.

Téngase presente que todo es relativo, y que al decir largo, no se vaya á creer hablamos de un viaje de Santoña á San Sebastián, ni de Valencia á Marsella, ni aun de Alicante á la Habana, sino de Cádiz á Manila, por supuesto por el Cabo de Buena Esperanza, en barco de vela y con 80 ó 100 pasajeros entre mujeres, hombres y chicos, nacidos ó por nacer, pues rara es la barcada que hace su viaje por el Cabo que no aumenta el personal del rol.

Su correspondencia, afectuosa, pero breve, no anunciaba impaciencia alguna con respecto á mi vuelta: fué por esto que me sorprendí más, cuando al desembarcar en Marsella hace dos meses, hallé muchas cartas de mi padre en las cuales me llamaba con una prisa febril.

La senda se estrecha, las graciosas quintas y casas de campo se multiplican á uno y otro lado, rodeadas de jardines y huertos, de olivos y viñedos, todo de una frescura encantadora; el movimiento comercial se hace sentir; las grandes fábricas é ingenios se destacan lanzando de sus altas chimeneas columnas de humo negro que van á desvanecerse en las rocas de las empinadas montañas, y al fin Marsella, la reina del Mediterráneo, se presenta á los ojos del viajero, irregular, agitada como una inmensa colonia de actividad cosmopolita.