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Actualizado: 16 de julio de 2025
Ilang-ilang, árbol patrio, suave y bello: a tu sombra dicen cuentos y cariños nuestras musas de negrísimo cabello y alma ingenua como el alma de los niños. Si tus hojas, bajo el ala de la brisa, dan al aire de la noche madrigales, no hay un labio que no enflore una sonrisa ni una fuente que no azule sus cristales.
Y el glorioso tabardo sufrió el rigor de todas las ventiscas y la lluvia de todos los inviernos, y se ungió de ideal errante bajo el plenilunio en la Corte de los Milagros, tejiendo besos y rimas con la ramera ardiente y propicia, de quien decía el poeta que era su Rayo de luz. La capa de Villón, como la capa, de Mañara, sabe de madrigales y caricias, en las encrucijadas del viejo París.
La cual pasaba por literata muy docta y de mucha fama en todo el mundo, por haber escrito varios tomos de poesía, y borronado madrigales en todos los álbumes de la humanidad. Cumpliendo cierta misteriosa ley fisionómica, era rubia como todas las poetisas, y obedeciendo a la misma fatalidad, alta y huesuda.
Gutiérrez no había sabido despertarla... Gutiérrez no me había dado la ardiente vida que yo necesitaba... El público entretanto me aplaudía... los poetas me dedicaban madrigales... yo era Filis, Venus... sol... luna... lucero ya era la incomparable Dorotea... la diosa del teatro.
Como ella lleva los ojos lucientes de malicia y la boca rebosando picardía, los señoritos la miran con codicia, y entonces el chulo, porque vean que la muchacha es suya, la requiebra con insolencias que ella estima como madrigales dulcísimos.
Es el ingenio bordador de los pañuelos de Manila, el inventor del tipo de rameado más vistoso y elegante, el poeta fecundísimo de esos madrigales de crespón compuestos con flores y rimados con pájaros.
Mal podían avenirse con el Corán las sentencias y los versos del Gulistán, de Sadí y los voluptuosos madrigales de Hafiz que él titulaba Gacelas. Todavía, por último, se corrompieron más las creencias y las costumbres con un misticismo que después se puso de moda, merced a muy eminentes escritores. Era el tal misticismo todo lo contrario de ascético.
»Item, que los poetas más antiguos se repartan por sus turnos a dar limosna de sonetos, canciones, madrigales, silvas, décimas, romances y todos los demás géneros de versos a poetas vergonzantes que piden de noche, y a recoger los que hallaren enfermos comentando, o perdidos en las Soledades de don Luis de Góngora; que haya una portería en la Academia, por donde se dé sopa de versos a los poetas mendigos.
Palabra del Dia
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