Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de mayo de 2025
Te estás matando decía Argensola . Bailas demasiado. La gloria de su amigo representaba nuevas molestias para él. Sus plácidas lecturas ante la estufa se veían ahora interrumpidas diariamente. Imposible leer más de un capítulo. El hombre célebre le apremiaba con sus órdenes para que se marchase á la calle. «Una nueva lección» decía el parásito.
La noche había llegado y yo me encontraba sobre la cubierta de popa del Thames, mi domicilio marítimo hasta el día siguiente. La escena era admirable y me hizo recordar algunas lecturas sobre las noches hechiceras de Venecia.
Pacífico y solitario estuvo el viejo paseo durante muchos años, hasta que hacia 1840 y 1844 empezaron á utilizarlo ciertos elementos para punto de sus reuniones y aún vive quien recuerda cómo allí se juntaban por tarde y noche numerosos grupos de exaltados que leían en voz alta El Huracán, El Guirigay y otras publicaciones hostiles al gobierno y aun á las instituciones, dando lugar aquellas lecturas, á que con frecuencia se caldearan los ánimos y tuviera que intervenir la fuerza armada, como ocurrió en diversas ocasiones.
Era la sangre corrompida por el susto, que no podía salir y la mataba. Pero don Fernando movía la cabeza. Su afición a la medicina, sus lecturas desordenadas pero extensas, durante los largos años de reclusión, su continuo contacto con la desgracia, le bastaban para reconocer la enfermedad a la primera ojeada.
Buscó por primera vez la compañía de los libros, y de estas lecturas preliminares fué surgiendo un deseo nuevo. Quiso conocer el mundo, ver países raros, luchar con las fuerzas ciegas que son los latidos del planeta, vivir las aventuras gruesas y rudas de los hombres que van de puerto en puerto.
Era un espíritu bien conformado: sencillo, discreto, preciso, nutrido de lecturas, teniendo una opinión sobre todas las cosas, dispuesto a proceder, pero nunca antes de haber discutido los motivos de sus actos, muy práctico y por fuerza muy ambicioso.
Á fuerza de deletrear, llegó á leer casi de corrido cuando estaba ya muy granada; y sus lecturas no fueron sólo de vidas de santos, sino que conoció también algunas historias profanas y las obras de varios poetas. Sus autores favoritos fueron doña María de Zayas y Gerardo Lobo. Se preciaba de experimentada y desengañada.
A ella he confiado mis pesares; en ella he puesto mi cariño; me amó, me ama, y cuando su amor iluminaba mi alma con celestes claridades; cuando de ella recibía mi corazón vigor y fortaleza, se va, y me deja.... Se irá, y en esta casa se acabará toda alegría.... ¡Adiós amorosas platicas! ¡Adiós gratas lecturas!
Se quedaron en el estudio, y Argensola tuvo que modificar su existencia, buscando la estufa de algún pintor amigo para continuar sus lecturas. Esta situación se prolongó dos meses. No supieron nunca qué fuerza secreta derrumbó de pronto su tranquila felicidad.
Así debían oler las emperatrices, así debía ser el contacto de su epidermis. Estremecimientos misteriosos é incomprensibles atravesaban su cuerpo como ligeros vapores, como débiles burbujas del légamo que duerme en el fondo de toda infancia y se remonta á la superficie con las fermentaciones de la juventud. Su padre adivinaba una parte de esta vida imaginativa al ver sus juegos y lecturas.
Palabra del Dia
Otros Mirando