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Actualizado: 7 de julio de 2025
Hay, lo menos, seis leguas de Langres a ese puebluco poco menos que escondido entre los bosques. Después de haber rodado un buen trecho por la carretera de Dijón, el carruaje tomó a la derecha y emprendió el camino vecinal que corre a través de una extensa llanura pedregosa, de una triste desnudez.
Apenas estuvo vestido y arreglado, comenzó el examen del expediente y recogió todas las notas que creyó precisas, en cuyo trabajo empleó toda la mañana; después, acabado el almuerzo y a pesar de las instancias de su amigo Voinchet, tomó el rápido y descendió en Langres; allí buscó un coche de alquiler.
Más lejos, hacia la esquina de la calle, se veían las paredes de piedra de talla y la techumbre de tejas de la nueva destilería que había construido Princetot... Allí estaba éste precisamente apoyando sus anchísimas espaldas en la misma puerta... Encendido el rostro, enorme el vientre, vestido de paño ordinario, medio cerrados los ojos que la grasa invadía, y sin moverse, examinaba con su flema de siempre al nuevo huésped que llegaba de Langres.
A fines de mayo es cuando los bosques de las montañas de Langres se muestran en toda su gloria y el tiempo convida como nunca al paseo. Un suave vientecillo había secado los caminos; el cielo, de un azul purísimo, sonreía, por encima del renaciente follaje; bordaban toda clase de flores las márgenes de los caminos y los pajarillos cantaban por doquier.
¿La mejor?... No hay más que una que sea buena de verdad: el Sol de Oro... Las demás no son sino malas tabernas. ¿Se está bien en la casa? Ya lo creo, y se come en ella divinamente... Las gentes de Langres van allí con frecuencia a pasar un día de campo... El Sol de Oro no es precisamente de ayer; hace ya más de treinta años que da muy buenos cuartos al Príncipe y a su esposa.
Más ligero de piernas, pero menos filósofo que hoy, contemplaba a la sazón con ojos inquietos la ruda soledad de las llanuras de Langres y no se tranquilizaba un poco sino al penetrar en los pintorescos y agradables bosques que rodean el pueblecillo.
De manera que mi despedida de esta noche es definitiva... Les agradezco mucho todas sus atenciones y voy a pedirles un último favor... En vez de volver a Langres, desearía regresar a París por Is-sur-Tille y Dijón. ¿No tendría su hijo la bondad de conducirme en carruaje mañana por la mañana hasta la estación de Very?
Palabra del Dia
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