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Actualizado: 3 de junio de 2025
Todavía bajo el imperio de la dolorosa escena de la víspera no había podido aún Beatriz dominar sus angustias cuando recibió por la mañana el lacónico billete por el cual la señora de Aymaret la preparaba para tener con ella una importante entrevista.
Sintió escalofríos y ondas de mareo que subían al cerebro; se apoyó en el frío estuco, y cayó sin sentido sobre la colcha de damasco rojo. A pesar de la prohibición de don Víctor, vino el retroceso, recayó la enferma, y se volvió a los sustos, a los apuros, a las noches en vela; el médico volvió a ser un oráculo, los pormenores de alcoba negocios arduos, el reloj un dictador lacónico.
El relato que hizo Neluco al amor de la lumbre y vestido ya con ropas mías, fue lacónico, expresivo y pintoresco en sumo grado; y bien puede asegurarse que aun sin estas excepcionales condiciones, no le hubiera faltado la hondísima atención con que le oímos mi tío, sus dos criadas y yo.
El de los Itenes sin duda alguna es el mas lacónico, el mas dulce y eufónico de todos los idiomas americanos; todas sus palabras terminan en una vocal, y no se encuentra una sola que encierre en su composicion consonantes duras.
Don Jaime, entre tanto, no sólo no venía, sino que apenas sí se dignaba escribir, salvo a D. Acisclo, y esto de tarde en tarde y por estilo lacónico y seco. Pero fuese como fuese, el lance estaba ya empeñado; para D. Acisclo era cuestión de amor propio; y aunque D. Jaime hubiera sido el mismo diablo, D. Acisclo hubiera echado el resto por sacarle triunfante.
Todas las cosas posibles la envuelve en su lacónico aco ang bahala, como todos los hechos consumados, los acepta en su filosófico talagá nang Dios.
La turbación y el apuro de D. Luis subieron de punto cuando oyó contar a su padre toda la historia en lacónico compendio. ¡Qué sorpresa! dijo , ¡qué asombro habrá sido el de Vd.! Nada de sorpresa, ni de asombro, muchacho.
Por lo demas, el postillon suizo, que comprende que su individuo es un funcionario público, se hace notar por su amabilidad, su inteligencia en la conduccion del vehículo y la regularidad de todos sus actos, exentos de brutalidad. El funcionario suizo es así en todas las escalas: atento, comedido, lacónico, íntegro y fiel á su consigna.
Hasta en el último rincon del mundo y sobre las mas altas cimas se le encuentra, imperioso, exigente, intratable, cuando no necesita de los demas, lacónico, frio, cargado de bastones, paraguas y mil enseres, impasible cuando los demas se conmueven, afeitado y perfumado en regla aun en el fondo de los precipicios y las neveras, y ataviado con su singular vestido de un solo color y un solo corte, que á fuerza de ser uniforme toca en la extravagancia.
Palabra del Dia
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