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Actualizado: 14 de julio de 2025


Pueden dormir tranquilos, pues, nuestros labradores, industriales y comerciantes.

Esta vida azarosa, de continuo peligro e interminable lucha, había creado una población habituada al derramamiento de sangre, a defender sus derechos con las armas en la mano. Los labradores y pescadores del presente, encerrados en su isla, tenían aún la misma mentalidad y costumbres de sus abuelos. Los pueblos no existían.

Cuanto convenga en tierra, cuando es nueva, Sembrar buena semilla, labradores, Era en los principios

39 Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. 40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41 Le dicen: a los malos destruirá sin misericordia, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos.

-Cuando yo servía -respondió Sancho- a Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sansón Carrasco, que vuestra merced bien conoce, dos ducados ganaba cada mes, amén de la comida; con vuestra merced no lo que puedo ganar, puesto que que tiene más trabajo el escudero del caballero andante que el que sirve a un labrador; que, en resolución, los que servimos a labradores, por mucho que trabajemos de día, por mal que suceda, a la noche cenamos olla y dormimos en cama, en la cual no he dormido después que ha que sirvo a vuestra merced.

Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Les dijo Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al Reino de Dios. 34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.

Sin embargo, no se podía dudar que la victoria quedaba por los labradores. A la cabeza de estos estaba una mujer, casada ya, celebrada por buena moza, Rosa, la que llenaba con mayor presteza los faroles de picadura. Con el traje propio de su sexo, Rosa era un tanto corpulenta en demasía; con el de labrador no había que pedirle.

Apenas hay necesidad de decir que no hay traba que se oponga á la libre elección de los personajes, que han de aparecer en la escena, que reyes y caballeros, labradores y criados, figuras alegóricas y mitológicas, santos, ángeles y demonios, y hasta los objetos más elevados del dogma católico pueden mostrarse sin inconveniente en una pieza, y, por último, que por lo que hace al asunto, es lícito utilizar la historia y la tradición de todos los pueblos, ó el dominio infinito de lo fantástico.

España estaba entonces debilitadisima: echado por tierra su comercio, la labranza de los campos bastante frecuentada; pero por la general pobreza sin producir á los labradores buenas rentas, sino mezquinas cantidades.

Estando así, cualquiera procuraba Hacer casas, estancias y hacienda: Y aunque la dulce España deseaba, Y mas el que tenia alguna prenda, El imposible visto, trabajaba Cualquiera, por no haber plaza ni tienda: Por donde todos eran labradores, Monteros, hortelanos, pescadores.

Palabra del Dia

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