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Actualizado: 16 de junio de 2025


Marta oía a Nepo con más placer que si le fuera recitando la primavera temprana de Goëthe. ¿De modo... que ellos van a arruinarse? ; ya no tiene remedio. La culpa es suya. Suya.... Empezó él... siguió ella... después los dos...; después todo el mundo.... Usted lo ha visto: aquella casa es un hospicio; los cómicos nos han comido un mayorazgo..., y como la fábrica va mal....

A poca distancia de la cumbre del Rigi demora en medio de bosques y praderitas muy accidentadas el famoso hospicio de Nuestra-Señora, muy venerado por los milagros que á la Vírgen de las Nieves se le atribuyen y habitado por tres ó cuatro frailes.

No son muy abundantes las noticias que existen de la primitiva fundación del hermano Toribio, y las más importantes á más de las que dan Asensio, Collantes y los papeles del conde del Aguila, se encuentran en un libro que vió la luz en Madrid en 1766, escrito por el padre Baca y cuyo título es el siguiente: «Los toribios en Sevilla breve noticia de la fundación de su hospicio, su admirable principio, sus gloriosos progresos y el infeliz estado en que al presente se halla: su autor el M. R. P. Fr.

Para que en los pueblos floreciesen las ciencias y las artes sería lo más conveniente que en dicho pueblo de Candelaria se estableciese un colegio para letras y un hospicio para artes; en el primero se deberían enseñar desde las primeras letras hasta la teología, jurisprudencia, medicina y demás ciencias escolásticas que se tuviese por conveniente enseñarles a estos naturales, con todas las demás partes de educación y policía, teniendo a los jóvenes en clausura como colegiales para que, no rozándose con los otros, desechasen o no adquiriesen la rusticidad con que al presente se crían, y fuesen después útiles en sus pueblos, sin perder el amor a la patria, como sucedería si los sacasen a aprender fuera de la provincia.

En Suiza no hay una ciudad, por pequeña que sea, que no posea como las mejores pruebas de civilizacion, fraternidad é interes por la cosa pública estos elementos: una ó mas bibliotecas públicas, museo mas ó ménos surtido y ordenado, caja de ahorros, colegio, numerosas escuelas, hospital y hospicio.

Por esto añadió la otra , yo quería hablar a la señorita para ver si doña Guillermina tenía proporción de meterla en cualquier parte donde la sujetaran. En las Micaelas no puede ser, a cuento de que allí la tuvieron que echar por escandalosa... Pero bien la podrían poner, si a mano viene, en un hospicio, o casa de orates, al menos para que no diera malos ejemplos.

En el hospicio aprenderían las artes y oficios más útiles y necesarios en estos pueblos, poniéndoles maestros hábiles, y cuales convenía para que después, distribuidos en sus pueblos, trabajasen con perfección las obras de sus facultades y pudiesen enseñar a otros.

Allí eran los últimos arrebatos de cariño; y las pobres mujeres, después de desaparecer sus hijos, aún permanecían inmóviles, mirando con estúpida fijeza, al través de sus lágrimas, al rey que, espada en mano, corona la obra arquitectónica de Churriguera. Isidro también encontraba a su madre al volver al Hospicio en los días de paseo.

Le quedaba el recurso de pedir limosna, pero además del espanto que le causaba, comprendía muy bien que sus días estaban contados. Y muriéndose ella, ¿qué iba a ser de aquella criatura? Meditó un buen espacio con los ojos secos y clavados en el niño, repitiendo de vez en cuando la misma frase: ¡No, no irás al hospicio!

Pero la Isidra negose a esto. ¿Y su hijo? ¿No expulsarían a su Isidrín del Hospicio al tener un padre que trabajase por él?... Ella le quería allí; le quería sabio, ya que, según los informes de los maestros, iba para ello, y la señora mostrábase cada vez más dispuesta a hacer de él un señorito, un hombre de carrera. Tenía fe en el porvenir de su hijo.

Palabra del Dia

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