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Actualizado: 4 de junio de 2025


Yo, por ser quien soy, por alcalde del Ayuntamiento de los míos, si vos lo sois de los cristianos viejos, y por las honras que el Rey quiere que sean guardadas a los hijos y parientes de los reyes, bien puedo festejar a quien se me antoje, no admitiendo en mi compañía sino a quien me iguale, o a los que por estrecho de amistad me obliguen a ello.

La «señorita» era hija de un personaje muy rico, de un marqués o algo semejante; pero como no la dejaba casarse con don Isidro, había huido con él, y los dos pasaban jambre, y ella trabajaba para su hombre, como lo hacen todas las mujeres honrás; lo mismo que si fuese una buena gitana.

Corría de cuenta de don Sabas avisar a todos los curas del Arciprestazgo y muchos más, si se podía; y con su dirección y con la del médico, y hasta con su ayuda material, escribía o firmaba yo cartas y más cartas, dando cuenta del fallecimiento de mi tío y de la fecha de sus honras fúnebres en la iglesia parroquial de Tablanca, a todas las personas de viso de la provincia, que, en opinión de aquellos amigos, debían de saberlo.

Respondió Roger á su cuñado, y al Emperador en la misma conformidad y escribió: que la necesidad le habia obligado á dar de palabra satisfacion á todo el ejército, porque si no lo hiciera, se acabáran de confirmar en sus sospechas, y que sin duda le matáran: que él siempre seria fiel y reconocido á las muchas honras y mercedes que de su mano habia recibido, y que si de lengua le habia ofendido fué, porque los Catalanes no le ofendieran con efecto, tomando por cabeza otro Capitan que libremente les dejara ejecutar su ímpetu; que se sirviese de socorrerles con algo, porque de otra manera no se atrevia á reducirlos, porque él apenas tenía mil hombres que le obedeciesen.

Las once habían dado ya en el reloj del Grand Hôtel, y Kate, la doncella inglesa, prendía con dos largas agujas de oro en la cabeza de Currita la riquísima mantilla española de encajes con que se proponía la dama quitar la devoción a los pocos que la tuviesen, en las honras fúnebres del infortunado Luis XVI.

Á todo esto se aproximaba el fin del año 1596, no habiendo pasado de buenas palabras las ofertas de honras y beneficios; Antonio Pérez no era todavía Caballero del Espíritu Santo, ni Obispo, ni más que pensionado con demoras é intermitencias, sin que la táctica de lamentaciones y amenazas de buscar nuevo amo, seguida siempre que las circunstancias la recomendaban, diera el apetecido resultado.

Representóse en el teatro una pieza, compuesta expresamente para esta ocasión, bajo del título de Honras que se hicieron á Lope en el Parnaso.

Y cuando una y otra razón no me sirvan de disculpa, discúlpeme el que tomar plazo para responder á V. E. ha sido por no hallarme con razones que signifiquen la estimación, respeto y veneración en que me ponen las no merecidas honras que V. E. me hace.

Palabra del Dia

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