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Actualizado: 10 de junio de 2025
Los increíbles y maravillosos esfuerzos de aquellas almas heroicas que, por el amor y la caridad, lograron elevarse al cielo y gozar por anticipado en la tierra de las gracias reservadas a los bienaventurados la llenaban de íntima y fervorosa admiración.
El grande hombre inspiró lástima á Desnoyers. Hacía esfuerzos por conservar su serenidad estoica de padre á estilo antiguo, recordaba á sus ascendientes gloriosos y á todas las figuras heroicas de la República romana.
Errores cometidos en esta materia. Comedias de capa y espada, y de ruido. Comedias de santos, divinas y humanas. Burlescas. Fiestas. Comedias de figurón. Comedias heróicas. CAPÍTULO VI. Autos. Autos sacramentales. Autos al nacimiento. Loas. Entremeses. Relaciones de viajeros franceses del siglo XVII que asistieron á representaciones dramáticas en España.
Soñó con amistades heroicas, fue todo franqueza y ardor, ofreciendo, sin ambages, en rebosante copa, la lealtad de su pecho; pero no tardó en advertir que sigiloso encono crispaba todos los labios en su presencia y que su mano calurosa no estrechaba sino dedos laxos y fríos.
Parecía que iba á competencia con el V. Padre Caballero en ganar almas para Dios y para sí mismo muchos méritos; y es obligación mía dar aquí por extenso noticias de las heroicas virtudes de entrambos: de las del primero tendré abajo ocasión oportuna; de las del V. P. Lucas la daré en los capítulos siguientes, concluyendo la narración con el felicísimo martirio que padeció el año de 1711.
Como indican sus títulos, son sólo parodias de otras obras serias y heróicas, y aparecen en ellas los héroes y reyes de las tradiciones caballerescas bajo un aspecto ridículo, así en sus palabras y actos, como en las situaciones extrañas en que se encuentran.
Tal era Juan Claudio Hullin. Era un hombre de la vieja cepa gala, apasionado por las aventuras extraordinarias y las empresas heroicas, pero aferrado al trabajo por el sentimiento del deber desde el día primero del año hasta el día de San Silvestre.
Entonces empezó una de esas luchas frenéticas, sangrientas y heróicas, no referidas por ningún historiador, no cantadas por ningún poeta, de las que no queda otra señal ni monumento que una nación poderosa y feliz y una costa no devastada por las depredaciones que un tiempo la asolaran.
Del bisabuelo para atrás no recordamos a nadie, ni nos importa un ardite su remota existencia, salvo que los ascendientes difuntos hayan fundado aristocracia y sirvan para dorarnos, en cuyo caso guardamos sus nombres en unos pergaminos vetustos, para «darnos corte» a costa de sus cenizas heroicas o venerables, por cualquier concepto.
Mientras las razas heroicas de la América del Norte perecen de hambre y de miseria, las razas perezosas y afables de la Oceanía se consumen, con gran vergüenza de nuestros navegantes que allí, al extremo del mundo, arrojan la careta de la decencia, no conteniéndose más.
Palabra del Dia
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