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Actualizado: 16 de julio de 2025


Con ese metal que no piensa, que no siente, que no quiere, que no obra, con esa inteligencia idiota, con ese brazo inerte y tullido, con esos montones de oro se allanan montes, se ciegan golfos, se toman ciudades, se destronan reyes, se conquistan naciones, se queman imperios, se trastorna el mundo. ¡Cuántas transformaciones no podrian operarse, en el órden físico y moral, con esa pirámide de monedas, con ese metal sordo, mudo, ciego, inanimado; con ese espantoso misterio, amontonado ahí!

Estos trabajos debieron practicarse primitivamente en las islas volcánicas, en el fondo de sus archipiélagos, en esos meandros sinuosos, esos apacibles laberintos donde las olas sólo penetran discretamente; tibias cunas para los recién nacidos. Mas, la flor escogida florece con plenitud en las profundas hondonadas de los golfos índicos.

Mas abajo se abre otra cuenca que, siendo uno de los rayos de una magnífica estrella de cuatro golfos, es al mismo tiempo el principio del cuerpo ó tronco de la gran cruz.

No había que apurarse, pues para todo hay remedio. Y el albañil, en presencia de Feli, habló de Pepín, del famoso Barrabás, que iba a ser motivo de su muerte. Estaba en la Cárcel Modelo. Tres días antes lo habían cogido con otros golfos, por un robo de bronces y alambres en una fábrica de Vallecas.

Creían que el Naturalismo substituía el Diccionario usual por otro formado con la recopilación prolija de cuanto dicen en sus momentos de furor los carreteros y verduleras, los chulos y golfos más desvergonzados. Las personas crédulas y sencillas no ganan para sustos en los días en que se hizo moda hablar de aquel sistema, como de una rara novedad y de un peligro para el arte.

En efecto, si se observa la extraña configuracion del conjunto del lago, la direccion opuesta de sus golfos y la de los cinco rios ó riachuelos principales que vierten sus aguas en la cuenca granítica comun, se reconoce fácilmente que en un tiempo muy lejano del actual no existió sino una serie de cinco ó seis lagos, ligados entre por los rios que los determinaban y tendiendo todos á confundirse en la cuenca del de Lucerna.

Los hermanos rozaban sus harapos de golfos libres con el uniforme, que les admiraba, y no sabiendo qué decir al asilado, enseñábanle en silencio sus juguetes groseros, sus tesoros, los relucientes botones de soldado, los naipes rotos, los trompos, las «estampas» de un periódico ilustrado, guardadas, en sudorosos pliegues, entre la camisa y la carne.

Para mayor dicha, el que en otro tiempo perteneció a la clase de los llamados golfos, adquiría el hábito y el gusto del trabajo productivo, y no habiendo cosa mejor en que ocuparse, se había hecho corredor de anuncios.

Todos los caminos estaban cerrados para él; iba como si el mundo se hubiese despoblado de pronto. Toda la nieve que abarcaban sus ojos la llevaba en el alma. En la Puerta del Sol vio una hornilla enorme llena de fuego, y en torno de ella un tropel de golfos, de vagabundos, que se calentaban las manos, pataleando al mismo tiempo para reanimar sus pies entumecidos.

Palabra del Dia

buque

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