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Actualizado: 21 de junio de 2025
Libog fué en el principio de su fundación una visita de Albay, hasta 1749 que se separó de su matriz para formar un pueblecito de tres cabecerías, habiendo sido su fundador, su primer Gobernadorcillo D. Diego Castellano. La antigua iglesia que está á la orilla del mar, y cuyos muros parecen dispuestos á desafiar el poder destructor de los tiempos, fué construida en los años 1749 á 1751.
Desde las conchas de la casa del Padre se veían perfectamente los menores detalles de la laguna y del volcán. El día estaba bastante entoldado, y el calor no mortificaba como de ordinario. A los postres se nos presentó la capitana Ramona, viuda de un Gobernadorcillo.
Hay una cosa que el Gobernadorcillo no compra en Manila; esta otra cosa son las cucharas, tenedores y cuchillos, los que tiene todo indio rico de tiempo inmemorial, por más que no los use, sobre todo si su riqueza no ha sido improvisada.
Alguna que otra dalaga, adornada con cuantos objetos relucientes ha podido encontrar, pasa por delante de nosotros con dirección á la iglesia ó á la casa del hermano, que de seguro es lo menos capitán pasado ó cabeza, de Barangay, sociales jerarquías que le dan opción al vos en el trato, á un asiento en la principalía y á un trozo de banco que procurará esté cerca, ó del canuto donde coloca el Gobernadorcillo el bastón, ó del tallado del respaldo que representa todo lo representable, pues en cuestión de dibujo y de talla los indios no atascan, y llevan su despreocupación hasta un punto que hemos visto el retrato de un General muy conocido, sustituído su nombre por el del bienaventurado Santiago, y todo porque el general está retratado á caballo y tiene algunos moros á sus piés.
Al toque de oración de San Jacinto se cierran todas las puertas y ventanas, y se apagan las luces, entonándose por los que se encuentran dentro de las casas el Ángelus; concluído este, cada cual vuelve á su conversación, su ocupación ó su paseo. Nosotros hicimos una frugal cena, y después de interrogar sobre la localidad al Gobernadorcillo, buscamos el reposo en las mallas de una hamaca de abacá.
La noche de nuestra llegada hubo su correspondiente baile en la casa del Gobernadorcillo, y en ella vimos reflejarse la riqueza del pueblo. Había india que lucía valiosas perlas y gruesos brillantes; llamando sobre todo nuestra atención, lo extremadamente largo de las colas de sus ricas sayas. Las quintas y elecciones se hicieron en el camarín que sirve de escuela.
De la Casa Real van á la iglesia en la que oran un breve rato; de allí, dejan en su casa al Gobernadorcillo, y cada cual va á la suya no sin haber antes aplazado la fiesta para el próximo domingo. El día de la posesión fué el jueves, de modo que poco había que aguardar. El sábado por la tarde, todo estaba listo y dispuesto.
Engranaje municipal. El Gobernadorcillo, el Teniente mayor y el Juez mayor. Bambalinas y bastidores. Votación. Forma de hacerse. Ternas. Constitución del municipio. Las principalas, de oficio. El sorteo. Manera de verificarse. Fisonomía de un día de quintas en Filipinas. Los alrededores de un tribunal y el interior de un hogar. Deducciones y apreciaciones. Lógica pura. La cena.
Para que un Gobernadorcillo pueda cumplir con la costumbre, ha de ser rico, y como ya sabemos que el indio por nada prescinde de aquellas, de aquí, que aseguramos lo es. Alumbró el domingo, y el primer rayo de luz que se desprendió de los cielos, fué saludado con el estruendo de los versos, el volteo de las campanas, el reventar de las bombas y los acordes de la música.
Ocupado en registrar escopetas, hacer cartuchos, ordenar apuntes y dar la última mano á las maletas, llegó la mañana del día 1.°, y con ella la animación propia de un pueblo que rompe con su habitual monotonía. A las doce llegaron á caballo frente la casa real, el Gobernadorcillo de Sariaya y principales que nos habían de acompañar.
Palabra del Dia
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