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El sol bañaba por completo la aldea; se derramaba por el césped ocupándose en deshacer las gotas de rocío; brillaba rojo en los tejados; penetraba en las copas de los árboles trasformándolos en enormes globos de trasparente esmeralda. ¡Allá va Flora! El camino estrecho que conduce desde la casa de D. Félix á la Bolera, tapizado por entrambos lados de zarzamora, está solitario.

De todos nuestros lectores es conocida la historia de los globos desde las primeras mongolfieras hasta el último experimento de la dirección emprendido y malogrado últimamente en París: todos saben que hay gases de gases, y que los hay específicamente mas ligeros que otros; pero no todos se habrán parado a considerar detenidamente hasta qué punto podemos vanagloriarnos en nuestro país de la perfección de los gases que artificialmente necesitamos producir para nuestras ascensiones.

Fué inútil que prolongara la suspensión y mucho más que repasara los globos exhaustos; tuvo que resignarse. Entretanto, la sostenida posición de la cabeza en alto lo había mareado un poco. Pesado de miel, quieto y los ojos bien abiertos, Benincasa consideró de nuevo el monte crepuscular. Los árboles y el suelo tomaban posturas por demás oblicuas, y su cabeza acompañaba el vaivén del paisaje.

Hay progreso en la ciencia; pero en el arte no hay progreso. Si Perícles resucitara hoy se quedaría turulato al oír el fonógrafo, al hablar por teléfono y al ver el alumbrado eléctrico, los globos aerostáticos, los ferrocarriles y la fotografía.

Había engordado mucho desde entonces: la seda del pecho, cruelmente estirada, parecía próxima á estallar á impulso de los ocultos y comprimidos globos; la falda, amplia en otros tiempos, se ajustaba como un mallón sobre las caderas.

Como que había de hacer unos ferrocarriles que irían de aquí á Pekín en cinco minutos, y globos para navegar por los aires, y barcos para andar por debajito del agua, y otras cosas nunca vistas ni siquiera soñadas. ¡Y el planeta se iba á perder estas gangas por una estúpida sentencia de los que dan y quitan la vida!... Nada, nada, envidia pura, envidia.

Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras sistemas en la sucesión sin fin de los universos estrellados, globos inmensos volando en rápido torbellino sobre mismos, lanzados a toda velocidad en los desiertos del vacío. ¡Qué velocidad, eterno Dios! Una bala de cañón es una tortuga en comparación con ellos.

Va a subir. ¡Ahora, ahora va a subir! Gran fama, gran prestigio. Se les arma el globo; se les confía: ved cómo se hinchan. ¿Quién dudará de su suficiencia? Pero como casi todos nuestros globos, mientras están abajo entre nosotros, asombra su grandeza, y su aparato y su fama.

Con la violencia de las explosiones saltaban hechos añicos los globos de vidrio del alumbrado de gas; el azufre colábase por todas las gargantas, llevando al fondo de los estómagos su sabor insufrible; pero todo entraba en la diversión, y al final, cuando estallaba el trueno gordo, haciendo temblar el suelo de la feria, la gente menuda prorrumpía en estruendosa aclamación, despertando de la pesadilla belicosa que la había enardecido durante media hora.

Su luz ilumina la mitad superior de ambos globos. Examinemos las posiciones sucesivas de la Luna. En lo alto de la figura, nuestro satélite vuelve hacia la Tierra la mitad oscura y, por consiguiente, la Luna queda entonces invisible. Esta es la Luna nueva, y entonces se dice que se opera la conjunción.