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Actualizado: 6 de junio de 2025
" Andrés R. Campiña y González. " Conrado García Espinosa. " Ernesto N. Tabio y Espinosa. " Domingo Socorro y Méndez. " Héctor de Quesada y Cuhuat. " José de Cárdenas y Armenteros. " Abelardo J. Marrera y Estrada. " Fernando Capmany y C. Alvarez. " David Whitmarsch y García. " Manuel Almeida y Hernández. " Manuel Morales Broderman. " Félix Guerra y Rodríguez. " Ciro Leonard y Fernández.
García se dejó caer en una butaca y paseando sus ojos relampagueantes por la estancia como si esperase descubrir oculto en algún rincón al odioso reptil se echó mano al bolsillo interior del chaquette, sacó un manojo de cuartillas, dejó caer hacia atrás la capa y se puso a leer con voz hueca.
Apenas se bajó el telón García corrió como un cohete a participar a su amigo la fausta nueva. Este la recibió con aparente frialdad, aunque vivamente satisfecho en el fondo. García se volvió inmediatamente al teatro, acompañado solamente de don Germán, pues Tristán, haciéndose un poco el displicente, manifestó que no iría hasta que se supiese el éxito del segundo, clave de la obra.
Las niñas de Sobrado y García, locas de regocijo, se asieron de las manos, y empezaron a bailar en rueda, con las trenzas flotantes y volanderas las enaguas. Nisita, igualitaria como nadie, cogió el parvulillo de dos años y lo metió en el corro, donde la pobre criatura hubo de danzar mal de su grado, soltando a cada paso sus holgadas babuchas. Borrén, por hacer algo, jaleó a las bailadoras.
Milagros, sin tener confianza en lo que la García Grande decía, sospechaba que hubiese algo de verdad en ello, o lo que es lo mismo, se amparaba a lo absurdo como el desesperado que se agarra al clavo ardiendo. «Pero diga usted, Cándida... ¿Ese dinero lo tiene usted?».
¡Pues aunque lo diga San García Gómez no lo creo! replicó impertérrita la duquesa . Necesitaría yo verla en el coche de la Cisterna para comprender.
Sólo faltaba... es el único día que uno tiene libre; ¡y se había usted de ir al paseo! ¿Pero ayer? ¿No entró usted ayer en San Efrén? ¿No cantaba la de García? ¡Para lo bien que canta, hija! Parece un grillo. Pues ella dice que se alaba de que va allí toda la oficialidad por oírla. Alabará... ¿qué sé yo?
A decir verdad, a pesar de todo mi patriotismo y de mi amistad hacia el Padre García, me repugnaba permanecer en España. Dicen algunos autores que las mujeres como yo suelen tener nostalgia del fango. No sé qué quieren decir con esto; pero si es lo que yo entiendo, declaro que no he tenido jamás semejante nostalgia.
A poco de recibir García la carta se presentan cuatro desconocidos, que se dicen caballeros de la corte, y piden hospitalidad por haberse extraviado en la caza.
6 Cuál es afecto mayor, lealtad, sangre ó amor, de D. Francisco de Bances Candamo. 7 Por su rey y por su dama, del propio autor. 8 También hay piedad con celos, de D. García de Aznar Vélez. 9 El español más amante y desgraciado Macías, de tres ingenios. 10 El valor no tiene edad, de Juan Bautista Diamante. Loa y baile para la comedia de Ícaro y Dédalo.
Palabra del Dia
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