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Actualizado: 3 de junio de 2025
Cayó a los pocos pasos, y el público púsose de pie a un tiempo, como si formase una sola pieza y lo moviese un resorte poderoso, estallando la granizada de los aplausos y la furia de las aclamaciones. ¡No había un valiente en el mundo igual a Gallardo!... ¿Habría sentido miedo alguna vez aquel mozo?...
Contra los de estos tres enemigos, que aun divididos eran poderosos, comenzó la guerra el Duque, y fué tan dichoso en ella, que no solamente reprimió la furia y rigor de sus enemigos, y defendió su Estado, pero tambien cobró treinta fuerzas que le habian usurpado. Últimamente se trataron y concluyeron paces con todos, pero se hicieron muy aventajadas por parte del Duque.
Y porque Febo su razon no pierda El grande DON ANTONIO DE ATAIDE Llegó con furia alborotada y cuerda. Las fuerzas del contrario ajusta y mide Con las suyas Apolo, y determina Dar la batalla, y la batalla pide. El ronco són de mas de una bocina, Instrumento de caza y de la guerra, De Febo á los oidos se avecina.
Pero los borrachos, que no por estarlo perdían la cautelosa prudencia, el saludable temor que inspira el cacique al labriego, se hacían los desentendidos, limitándose a berrear, a herir cazos y sartenes con más furia. Y en el centro del corro, al compás de los almireces y cacerolas, brincaban como locos los más tomados de la bebida, los verdaderos pellejos.
Aquellos nobles inválidos trabaron nueva y desesperada lucha, quizás con más coraje que la primera, porque las heridas no restañadas avivan la furia en el alma de los combatientes, y éstos parece que riñen con más ardor, porque tienen menos vida que perder.
Era un apetito loco que, en su furia, se abalanzaba sobre la fruta verde, sin sazonar.
Se arrojó al suelo delante del cofre, introdujo el instrumento con una violencia insensata, entre la tapa y la cerradura, se apoyó con tal fuerza contra las tenazas, que las dobló, como si fueran de plomo. Sudaba copiosamente; jadeaba como si un gran peso le oprimiera el pecho; su corazón latía con furia. Nada, todo era inútil.
15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furia. 16 Y temieron aquellos hombres al SE
Era pacífico por naturaleza y de un temperamento tan conciliador, que nadie podía venir á las manos con otro en su presencia: en seguida saltaba hecho una furia sobre los contendientes, y los obligaba á separarse con grave detrimento de sus pantalones, cuando no de las pantorrillas.
Tal vez Ataide, que sufre y ama, ve en la corriente, pasando rápida, su vida entera, su vida ingrata, en fugitivas sombras fantásticas, y en voz de llanto doliente exclama: «¡Ay vida triste! ¡Corriente amarga!» Sus negros ojos lucientes lanzan fulgores lúgubres, siniestras ráfagas, cual si en su seno, con furia insana, se revolviese tormenta brava.
Palabra del Dia
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