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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Una familia india compuesta del matrimonio y un chico, puede muy bien extraer al día una arroba de filamento: cantidad que al declinar la tarde y dejar en reposo la cuchilla del tosco aparato que limpia la hebra se parte entre el trabajador y el dueño de la plantación á quien generalmente vende con arreglo á la cotización del día, pues es de advertir que el precio del abacá es objeto de fluctuaciones que diariamente comunica el telégrafo, imponiendo precios los mercados de Inglaterra; dando esto lugar á que con los acopios de abacá se concierten verdaderas jugadas, en las que el dueño del almacén hace adelantos al dueño del textil, y según que los telegramas señalan bajas ó alzas, así se cobran ó se abonan márgenes, nombre que equivale á lo que aquí se llaman diferencias.
El precio del abacá tiene constantes fluctuaciones, habiéndosele visto subir en poco tiempo de 4 á 12 pesos el pico, ó sean las cinco arrobas y media. El agricultor que vende su abacá á peso la arroba, ya le queda un buen producto al capital empleado; vendido á 10 ó 12 pesos, aquellos serán muy cuantiosos é importantes.
Esto aconteció varias veces, en particular el 26: la noche de ese día empecé á temer que se preparaban grandes desastres. Nuestros marinos se habían ausentado. En las dilatadas fluctuaciones de la crisis equinoccial se espera un poco; y, si las cosas se prolongan, el deber y el oficio discurren; se hace caso omiso de todo, y uno se arriesga, salga lo que salga.
Cuando acababa de surgir entera e imperiosa la brutal decisión entre las continuas fluctuaciones de su carácter débil e irresoluto, oyó voces en el camino, e incorporándose vio venir a Leonora seguida de las dos labriegas con el busto encorvado sobre las pesadas cestas. ¡También aquí! exclamó la artista con una risa que hinchaba su garganta de suaves estremecimientos. Usted es mi sombra.
Y cuando, después de emocionantes fluctuaciones creciendo algunas veces su capital, como si fueran á realizarse sus esperanzas , acababa por perderlo todo, Lewis volvía á su refugio de la cumbre, llevando una existencia de cenobita, en espera de nuevos envíos, cada vez más espaciados y trabajosos.
Si lo estuviera, mi hija estaría más tranquila... esas fluctuaciones son las que la trastornan, y además... La señora de Laroque, sumergiéndose en la sombra de la pequeña cúpula que domina su sillón, agregó: ¿Tiene usted alguna idea de lo que pasa en esa desgraciada cabeza? Ninguna, señora. Su mirada chispeante se fijó sobre mí durante un momento.
Palabra del Dia
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