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Actualizado: 24 de julio de 2025


Para él no existían quemaduras ni costurones; todo era como antes tersura, nácar y alabastro; sus notas se arrastraban siempre lánguidas, voluptuosas, enamoradas. En casa del fisiólogo nada se sospechaba del fondo sensual que encerraban. Sánchez no podía reparar en tales futilezas. D.ª Carolina iba poco por el café y estaba muy lejos de presumir que existiese en la tierra tal desinteresado amor.

No hubo misterio, no hubo la abnegación desgarradora que se dice; hablaron un cuarto de hora sobre el tema, una hora sobre mismos... y todo quedó arreglado. Un fisiólogo hubiera previsto el retiro de San Martín, como un astrónomo el regreso de tal o cual cometa, siguiendo ambos las leyes de la naturaleza, inmutables en los cielos como en el microcosmos humano...

Al salir de su casa fuí á la de un gran fisiólogo cuyas opiniones en la materia no son menos valiosas á mis ojos. Le cuestionó sobre lo mismo, y su respuesta fué larga y bellísima. Hela aquí en extracto: «Tan ignorante se está de la constitución del agua como de la sangre.

El insigne fisiólogo vio hasta cierto punto comprobadas sus felices adivinaciones. En el corto tiempo de que dispuso observó que la sangre de la masa encefálica cambiaba de color en diferentes sitios, tornándose unas veces más clara, otras más oscura. Era, pues, exacto que la fabricación del pensamiento debía de semejar bastante a una destilería, como él había presumido.

En su entusiasmo por el vocablo hubiera declarado morbosa a la misma madre que lo había parido. Nada nuevo, pues, le decía Moreno. Muy de antemano sabía ya el ilustre fisiólogo que el arte y el misticismo eran elementos morbosos del organismo social. Lo eran también otra porción de cosas que Moreno no sospechaba siquiera.

El pequeño Mario solía subir a la guardilla a interrumpirle en sus largos y profundos trabajos. Para el fisiólogo era un descanso la llegada del niño.

Yo he devuelto la vista a tu amo dijo Golfín, observando con atención de fisiólogo el semblante de la Nela . ¿No me agradeces esto? Mucho, , señor; mucho replicó ella, fijando en el doctor sus ojos llenos de lágrimas.

La conocía palmo a palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el escalpelo sino el trinchante.

El fisiólogo lo contempló con expresión de sorpresa, como si por primera vez le viese en aquel momento. Volvió a brillar en sus ojos opacos la luz de la razón.

Desgraciadamente no pudieron realizarse por una alteración funesta de los nervios de la esposa del fisiólogo. D.ª Carolina no tenía noticia de la compra del mono. D. Pantaleón, que sabía cuán poca simpatía le inspiraban los adelantos de la ciencia, había cuidado de ocultársela.

Palabra del Dia

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