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Actualizado: 7 de junio de 2025


En honor de la verdad, no estuvo el hijo del boticario aquella noche tan chiripero ni tan acelerado como lo tenía por costumbre, ni de tanta correa para las chanzas del fiscal; pero cierto es también que la brega de la bahía, tras de las inusitadas emociones del convite, le tenía algo desmadejado, y que el fiscal se permitió llevar las bromas a un terreno de bastante mal gusto.

Don Cleofás dijo que se llamaba el Engañado, y el Cojuelo, el Engañador, sin entenderse el fundamento que tenían los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombraron por presidente della al Engañado y por fiscal al Engañador, porque el oficio de secretario no se mudaba, haciéndoles esta lisonja por forasteros, y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares.

Y ya que ha llegado el caso de hablar del modo y arbitrios que pueden presentarse para el logro de que estos naturales, abdicando de aquella ferocidad que les acompaña, y aquel odio y rencor implacable que han concebido contra la nacion española, no dejara el Fiscal de apuntar uno que le ocurre, y le parece concerniente y oportuno.

Pero en los liberalescos años de 71 y 72 ya era otra cosa... La policía fiscal no se metía en muchos dibujos. El temerario contrabandista, no obstante, hubiera deseado tener un mal encuentro para probar al mundo entero que era hombre capaz de arruinar la Renta si se lo proponía.

Nieves no mostró el menor deseo de conocer aquella razón, y así quedó el asunto. Un poquito más allá, preguntó a Leto: Y a las Escribanas, ¿las conoce usted? Con esta pregunta se quedó Leto bastante atarugado y algo encendido de mejillas: ¡le había dado tantas bromas el fiscal con la Escribana mayor! Pero se rehízo enseguida, y contestó a Nieves: Otras bachilleras por el estilo.

Grita el fiscal pidiendo una cabeza en nombre de no cuántas cosas respetables, y a todos les parece bien; llego yo después cumpliendo sus órdenes, y me escupen y me insultan.

Promotor Fiscal con sendas atxas encendidas y hauiendo echo la cortesía al dicho Sr. Inquisidor a los S.es Virrey y demás Magistrados, ocuparon las quatro esquinas del dicho solio para autorizar tan uenerable funtión, y el dicho Sr.

»Conbidóse así mesmo á todos los prelados de todas las religiones asta al Prior del Conuento de la Real, por ser muerto su Abat y al Prior de la Cartuxa, que dista desta Ciudad más de dos leguas. »Y dando la buelta el dicho Fiscal con asistencia de dichos Ministros para las Casas desta Inq.n y dado quenta al Sr. Inq.or el Sr.

Esto no podía chocarle a nadie: era de razón y de necesidad. En una de sus viradas, tropezó con el fiscal que le detuvo para decirle: Vamos, amiguito, «si buenos azotes me dan, bien caballero me iba». No hay que quejarse. ¿Lo dice usted le preguntó Leto enronquecido y algo convulso , por lo del libelo ese? Hombre respondió el fiscal recogiendo velas delante de aquel huracán a la sordina, y no.

Inmediatamente que se enteró del acontecimiento cuando trajeron luces y vió las poco correctas posturas de los dioses sorprendidos, Ben Zayb, lleno de indignacion y ya con la aprobacion del fiscal de imprenta, fué corriendo á su casa un entresuelo en donde vivía en república con otros para escribir el artículo más sublime que jamás se haya leido bajo el cielo de Filipinas: el Capitan General se marcharía desconsolado si antes no se enteraba de sus ditirambos y esto, Ben Zayb que tenía buen corazon, no lo podía permitir.

Palabra del Dia

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