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Actualizado: 14 de junio de 2025


Siempre, en sus grandes cóleras, cuando no podía apelar á una acción inmediata y violenta, la excitación nerviosa iba seguida en él de una laxitud que ablandaba sus músculos y sus nervios. Con verdadero placer entró en Villa-Sirena, encontrando una nueva voluptuosidad en todos los detalles de su bienestar. Aguardó leyendo la llegada del coronel. A las nueve de la noche tuvo que comer solo.

El moreno y hermosísimo semblante de la condesa estaba embellecido por el color febril de una excitación extraña; el amor, pero un amor lastimado, ofendido, receloso, entumecía sus ojos fijos en Quevedo.

Las dos supuestas medicinas eran agua: ni la primera había de causar agitación, ni la segunda podía producir la muerte; pero si Julia daba la última, su intención no ofrecería duda de ningún género: habría mentido al decir que vino la excitación, y habría demostrado, sólo para Ruiloz, el deseo de abreviar la vida de Clotilde.

A veces, charlaba largo rato, sin cesar un punto, con cierta excitación nerviosa que prestaba brillantez a su conversación y alarmaba a Currita; otras, enmudecía de repente y quedábase pensativo y preocupado, sin prestar apenas atención a lo que en torno de él se hablaba. Hallábase muy perplejo; había comprendido desde luego que aquella extraña carta era la respuesta del .

Es una injuria que hago a la Providencia no declarándome completamente satisfecha. Así, pues, se daba cuenta del vacío y futilidad de la existencia a que Huberto la llevaba, y amargas previsiones la acusaban cuando desaparecía la excitación pasajera de sus mejores distracciones. Decidiose, al fin, a confiar sus temores a su novio.

En cambio cuando estaba afligido, que era lo más frecuente, las cosas más bellas se afeaban volviéndose negras, y se cubrían de un velo... parecíale más propio decir de un sudario. Aquel día estaba el hombre de buenas, y la excitación de la dicha hacíale más niño y más poeta que otras veces.

Oyó a todas y convino con ellas en que, efectivamente, era una picardía no pagarles lo suyo; y, ventilado este punto, siguió liando pitillos, sin añadir arenga, excitación, sermón político ni cosa que lo valiese.

Ahora lo sabrá V. Clotilde habrá tomado esta tarde poco alimento... Muy poco. Probablemente se despertará, y entonces le da V. dos cucharadas de lo contenido en el frasco grande. Tal vez siga tranquila, y en ese caso, nada. Pero lo casi seguro es que sobrevenga una excitación muy fuerte, y entonces le da V. cuatro o seis gotas de lo del frasquito amarillo.

Ana era remilgada, endeble como un junco, y jamás podrían sus descarnadas manos, forzudas sólo en los momentos de excitación nerviosa, levantar ni una peladilla de arroyo algo grande; en cuanto a Guardiana, se creía obligada a permanecer allí, puesto que al fin el tumulto era «cosa de la Fábrica»; pero desaprobándolo, porque indudablemente, de todo aquello iban a resultar «desgracias».

El segundo período, que dura tres años, comprende desde «la mantilla de velo» hasta «los guantes». La vista de tal ornamento en las manos grandes y coloradas de la ex cigarrera produjo una excitación indescriptible en el elemento femenino del vecindario. En las calles, en la iglesia, en las visitas, las señoras se saludaban preguntando: ¿Ha visto usted?... , , ya he visto.

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