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La incesante batalla por la vida, que nos ha hecho enemigos del animal de los prados y del pájaro del cielo, excita también nuestros instintos contra los habitantes del arroyo.

Pero apenas ha entrado en ella y hablado algunas palabras con su protegida, cuando lo sorprende Elvira, á quien su conducta ha infundido recelos y sospechas; la última, al ver á la otra dama, siente y expresa los celos más vivos, y excita en el mismo grado los de Isabel. El acto primero termina con este enredo, que parece más complicado aún por otros incidentes que omitimos.

De esta suerte se excita la curiosidad, se aviva la fantasía y se inventan teorías, dogmas y otras ingeniosidades, que nos entretienen y consuelan durante nuestra existencia terrestre; de todo lo cual careceríamos, siendo mil veces más infelices, si de puro rudos no se nos presentase el misterio, o si de puro hábiles llegásemos a desentrañar su hondo y verdadero significado.

Este orden es relativo á nuestros sentidos, porque á unos parece hermoso lo que á otros feo: y tanta variedad como se encuentra en estas cosas, nace de la impresion diversa que un mismo objeto ocasiona en distintos hombres, y del diferente modo con que excita los sentidos en cada uno.

El orgulloso á quien he descrito mas arriba no podia llamarse propiamente vano, y no obstante su conducta inspiraba algo peor que la vanidad misma: sobre la indignacion provocaba tambien la burla. La vanidad. El simplemente vano no irrita, excita compasion, presta pábulo á la sátira. El infeliz no desprecia á los demas hombres, los respeta, quizas los admira y teme.

Supone que es obra del orgullo; pero al fin la celebra. Mas no por eso te excita á que consumes el sacrificio. Afirma que será inútil, y te ruega que no le hagas.

La basílica de S. Salvador de Oviedo, restaurada por D. Alonso el Casto, y construida de piedra y cal, excita sin embargo la admiracion del monge de Albelda y del obispo D. Sebastian, y Ambrosio de Morales nos asegura que aun duraban en su tiempo algunos pequeños trechos del suelo, que eran labrados de un mosáico de piedras diversas encajadas en la argamasa, y algo basto, mas muy firme y vistoso.

Si semejantes cosas se presentaran por solas al alma, no harian grande impresion; pero como van juntas con el miedo, con dificultad se borran; porque se ha de saber, que el miedo no es otra cosa que un movimiento que se excita en el hombre, con el qual se aparta de algun objeto que considera como dañoso, como que puede causarle algun gran mal.

Es una comedia de intriga ingeniosa y cuerdamente trazada, que no nos sorprende como otras posteriores de la misma especie, por sus singulares peripecias y complicaciones, sino que, al contrario, excita el interés del espectador por su acción bien pensada y curiosa.

Es un melancólico señorío, una poética distinción, un gracioso romanticismo, propio exclusivamente de las reinas destronadas. La Granadina podrá ser genial y chistosa por naturaleza, y resultar así cuando se la excita; pero se diría que siempre es á pesar suyo.