Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de junio de 2025


Y como el tiempo transcurría y Nancy se negaba siempre a adoptar a Eppie, toda reparación de la falta de Godfrey se volvía cada vez más difícil. Hacía ya cuatro años la tarde de aquel domingo, que no se había hecho alusión alguna a la adopción, y Nancy suponía que aquel asunto estaba enterrado para siempre.

El oro había confinado los pensamientos de Silas en un círculo siempre igual y que no conducía a ninguna parte más allá de sus propios límites; Eppie, criatura formada de cambios y esperanzas, obligaba ahora a sus pensamientos a ir hacia adelante.

En fin, cuatro días después Silas y Eppie, vestidos con sus ropas del domingo y con un lío envuelto en un pañuelo de tela azul, atravesaban las calles de una gran ciudad manufacturera.

El amor perfecto encierra un perfume de poesía que puede ennoblecer las relaciones de los seres humanos menos cultivados, y Eppie estaba rodeada por ese perfume desde el día en que había seguido el brillante rayo de luz que la guió hasta el hogar de Silas.

No quería dejarla en casa de Dolly Winthrop, bien que ésta estuviera siempre dispuesta a guardarla. La pequeña Eppie, de cabellos crespos, la niña del tejedor, se volvió, pues, un tema de interés para los habitantes de varias casas apartadas, lo mismo que para las de la aldea.

Sois de una constitución delicada, querida mía agregó con voz suave ; eso es lo que dice la señora de Winthrop. ¡Oh! yo soy más fuerte de lo que os imagináis, papá repuso Eppie , y si no hay bastantes piedras para cercar todo el jardín, servirán para proteger una parte. Después será más fácil conseguir palos u otras cosas para el resto. ¡Fijaos cuántas piedras hay alrededor de la cantera grande!

Así es que Eppie sabía desde hacía tiempo cómo su madre había muerto sobre la tierra cubierta de nieve, y cómo ella misma había sido encontrada junto al hogar por su padre Silas, que había creído que los rizos de oro eran sus guineas que le habían devuelto.

Ninguna criatura tenía miedo de acercarse al tejedor cuando Eppie estaba a su lado. La presencia de Marner ya no tenía nada de repulsiva, ni para los jóvenes ni para los viejos, porque la niña había conseguido atarle de nuevo al mundo entero.

Yo lo que representa este dinero para la gente acomodada; pero a mis ojos es mucho, es demasiado. Y nosotros dos necesitamos muy poca cosa. Solamente un jardincito, papá dijo Eppie sonrojándose en seguida hasta las orejas.

¡Ah! qué forzuda sois, ¿eh? repuso Silas, mientras que Eppie, a quien los brazos le dolían, los sacudía riendo . Vamos, vamos, no volváis a alzar piedras y venid a sentaros conmigo junto al barranco. Podríais lastimaros, hija mía. Necesitaríais de alguien que trabajara por vos, y mi brazo no es ya bastante vigoroso.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando