Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de julio de 2025


Dijérase que había pasado, no una semana de meditación, sino muchos meses de ayuno; la noble y aguileña faz, tan enjuta, que casi era traslúcida; el cuerpecillo, tan reducido y descarnado, que apenas gravitaba sobre el suelo.

Dijérase que en tal barrio no vivía criatura humana. Parecía aquello, más que realidad de los tiempos presentes, engendro fantástico de un poeta de 1838, de un Espronceda, de un Zorrilla, de un García Gutiérrez.

El vino circula abundantemente en nuestros pueblos más miserables. Las gallinas, animadas de un fuego sagrado, dijérase que ponen los huevos ya cocidos y todo. Los corderos nacen asados. España come y bebe a sus anchas. ¿Y son los socialistas quienes censuran al Sr. Maura por echar sobre el pueblo español esta bendición de unas elecciones generales?

Lucía, risueña, con su ajustado casaquín, natural y sonrosada la color del semblante, descollaba entre todos, y dijérase que la luz amarillenta y cruda de los mecheros de gas se concentraba, proyectándose únicamente sobre su cabeza y dejando en turbia media tinta las de los demás comensales.

Por lo que hace al Espíritu Santo, dijérase que no existe para ellas. ¡Nunca es objeto de su misticismo! Lo cual se comprende sin esfuerzo: los atributos especiales del Parácleto son más perceptibles á los ojos de los Doctores de la Iglesia que á los de las fieles cristianas. Acerca del Demonio no quisiera hablar en este sitio, pues es hacerle demasiado honor; pero no puedo pasar por otro punto.

La nieve había cesado de caer y la Luna brillaba entre dos grandes nubes, una blanca y otra negra. La estrecha garganta, bordeada de ingentes rocas cortadas a pico, se extendía bastante lejos, y sobre ambos lados los abetos gigantes se elevaban hasta perderse de vista. Nada turbaba en aquel lugar la calma de los grandes bosques; dijérase que se hallaban muy lejos todas las agitaciones humanas.

Y las casas del tránsito parecían contemplar el cuadro y entender su asunto, y de unas llovían flores, ramos, coronas, y otras, en menor número, cerradas a piedra y lodo, dijérase que fruncían el ceño y se ponían hurañas y serias al sentir el roce de las olas revolucionarias. Cuando estas llegaron a estrellarse en el baluarte, se esparcieron y derramaron por doquiera.

Dentro del coche silencio religioso; dijérase que era un recinto encantado. El viajero corrió el transparente azul, cubriendo la lámpara; recostose en una esquina cerrados los ojos, y, estirando las piernas, las apoyó en el asiento fronterizo. Así pasaron estaciones y estaciones.

Palabra del Dia

hilaban

Otros Mirando