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El molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo lo mismo que el aparejo de un buque. Volaban las tejas de su destruida techumbre. En lontananza, los pinos apretados que cubrían la colina se agitaban zumbando entre sombras. Creyérase que era el alta mar...

Comprendió Ituriel el emblema, y se determinó á no tratar ni siquiera de enmendar á Persepolis, y dexar que anduviera el mundo como anda, diciendo: Si no todo es bueno, á lo ménos todo es tolerable. Subsistió pues Persepolis; y Babuco estuvo muy distante de quejarse, como hizo Jonas que se enfadó porque no fué destruida Ninive.

A las inmediaciones del templete hay unos claustrillos de poca anchura, que tienen en la parte superior arcos de ladrillo, que se cruzan y forman la misma montea que los de las Iglesias. Se advierte en un cuarto, que se halla á la derecha, la continuacion de los arcos, y uno muy grande que está tapiado. Tambien una columna casi destruida por la humedad.

Los Genets era una antigua propiedad de aquella familia que había sido en parte destruída y en parte vendida, durante el período revolucionario, y sólo al cabo de cincuenta años decidióse el barón de Montauron, a instancias de su mujer, de quien aquél era el más seguro y el más humilde servidor, a rescatar en gran precio las tierras, restaurando al mismo tiempo el arruinado edificio, del cual no quedaba, otra cosa más que una hermosa y almenada torre sacrílegamente encuadrada entre dos construcciones modernas.

8 Y vendrá destruidor a cada una de las ciudades, y ninguna ciudad escapará; se arruinará también el valle, y será destruida la campiña, como dijo el SE

Refiriendo Ahmed Al-Makkarí los tratos que entre los Cristianos y el rey árabe mediaron para la cesion de la antigua basílica, dice que despues de nuevas insistencias cedieron los Cristianos, con la condicion de que se les habia de permitir reedificar otra iglesia que habia sido destruida, cerca de los muros, y para el culto de su Dios solamente.

Era tan rico como no lo había soñado nunca, pues en medio de mis más locas fantasías no me había imaginado semejante prodigio; sin embargo, la esperanza de que Mabel llegara a ser mi esposa, ilusión que había sido mi ideal, el verdadero deseo de mi existencia, había quedado destruida, y durante esas largas horas de viaje, melancólicas y silenciosas, mientras el coche-dormitorio del expreso avanzaba hacia el Norte atravesando las planicies de la Lombardía y luego la Suiza y la Francia, mis desesperados pensamientos estaban concentrados en ella y en su porvenir.