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Actualizado: 29 de junio de 2025
La propiedad que mi padre había arrendado, antiguo feudo de un magnate polaco, estaba inmediata a la frontera prusiana, en una montaña, uno de cuyos lados descendía en suave declive por un parque inculto, hacia unos campos desnudos, mientras que el otro caía a pico en una pequeña corriente de agua, en cuya orilla opuesta se hallaba una miserable aldea polaca.
La Isabela, pueblo el más importante de la isla y la capital del distrito, está situada en un declive pedregoso, dominándola el fuerte llamado de Isabel
Nuestros jóvenes avanzaron hasta el medio contemplando, sin decirse una palabra, embargados por la emoción, aquel misterioso retiro del océano que semejaba un locutorio escondido y amable donde venía a contar sus profundos secretos a la tierra. El cielo, de un azul muy claro, hacía brillar el arenoso pavimento que se inclinaba hacia el mar con declive suave.
Terminaba el senderito que seguían en una reducida explanada, rodeada por todas partes de rocas, que la pleamar cubría por completo y salpicaban entonces las olas con blancos espumarajos, dejando al retirarse, en el declive, una pequeña hondonada, una especie de pozo lleno de agua que cubriría a ambos niños hasta la cintura.
En este cuarto había una gran cama muy bien puesta y tenía dos ventanas, una que daba a la calle y la otra al jardín, el cual iba subiendo en suavísimo declive hacia los bosques. Apenas había tenido tiempo Delaberge de quitarse el polvo del camino y de arreglarse un poco, cuando llamaron discretamente en la puerta de su cuarto y no sin una pequeña emoción contestó Delaberge que se podía entrar.
En el centro mismo del límite meridional de la alta planicie que domina la llanura, hay un hueco cubierto de espesa maleza, como indicio de haber existido allí alguna puerta, y desde este punto de la esplanada parte recta al mediodia por lo bajo de la campiña una especie de calzada que finaliza en un objeto informe de fábrica de argamasa y mampostería, pié tal vez de algun robusto torreon de entrada. ¿Sería este por ventura vestigio de aquella segunda puerta de entrada al alcázar árabe, por donde pasaron á caballo D. Ordoño y su introductor Ibn Talmís? ¿Sería aquella otra brecha que hemos visto en el declive meridional de la plaza rectangular la subida á la plataforma donde se apeó el rey destronado? ¿Ó sería mas bien esta misma plaza aquel famoso terrado de los tres pabellones donde tantas cosas memorables acaecieron?... Ultimamente, aquella singular planicie, obra evidente de los hombres y no de la naturaleza, ¿es un mero terraplen, ó es el resultado de un hundimiento que conserve quizá intacta la planta baja de alguna construccion palaciana? ¿Quién podrá hoy saberlo?
Pablito, que no la había tropezado todavía en la calle, se animó con los consejos de Piscis a ir a San Antonio. Montaron, pues, a caballo temprano, y se lanzaron por la anchurosa y empolvada carretera de Lancia sombreada un buen trecho a la salida de la villa, por grandes olmos. La vía era ascendente, aunque sin gran declive.
En el filo del acantilado aparecía, como una cabellera verde, la línea bordeante de los jardines altos, cortada á trechos por viejas obras de fortificación. Eran bastiones en declive, con garitas salientes en sus ángulos, iguales á los que se ven en los viejos grabados ó en las decoraciones de teatro.
Cuanto más se alargaban las filas hacia la casona, más bultos surgían de la oscuridad del agrio declive.
Hícelo y de muy buena gana, porque me sentía entumecido sobre la dura silla de mi rocín, amén de que me conceptuaba más seguro a pie que a caballo en aquella cornisa, sobre el rápido declive de la montaña. Lo que falta, hay que subirlo a pie me dijo el Cura , porque no es camino de caballos, sino de hombres y, todo lo más, de cabras. Con que ¡ánimo y arriba!
Palabra del Dia
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